martes, 27 de septiembre de 2016

El monstruo de Sánchezstein

A pesar de lo que algunos puedan pensar, el título de este artículo no tiene nada de original. Es, simplemente, el nombre de un programa infantil de televisión de los años 70. Creo recordar que era un concurso en el que los participantes tenían que dar órdenes concretas al susodicho monstruo para conseguir puntos, pero si esas órdenes no eran lo suficientemente claras el pobre adefesio no las entendía, se ponía a hacer disparates y el niño perdía. Los personajes eran tres: el profesor chiflado, el monstruo, interpretado por Pepe Carabias, el actor que hace de patriarca gitano con José Mota y la gran María Luisa Seco, siempre embutida en sugerentes monos de diseño imposible y que hacía de secretaria y presentadora del programa.

Aquel engendro creado por los guionistas de TVE no comprendía sencillas instrucciones ni recogía fáciles sugerencias. Le decían que se diera la vuelta y rodaba por los suelos, le ordenaban que echase agua en un vaso y lo hacía poniendo el recipiente del revés, a lo Tip y Coll. Desesperaba a los chavales y causaba hilaridad en el público asistente. Ah! Y para que el mandato de los concursantes fuera atendido, debían decirle al final: "Luis Ricardo, cantidubi dubi dubi, cantidubi dubi da, ya". Un número, vamos.

El monstruo de nuestro tiempo es un partido sin norte, un muerto viviente, como Luis Ricardo, confeccionado con retales de cadáveres políticos, un sinsentido, un alma en pena, un coleccionista de catástrofes electorales desnaturalizado que provoca lástima y risa y que no causa un respeto ni imponente ni de ninguna clase. El profesor chiflado, Snchzstein, enloquecido por su mesianismo exacerbado, cegado por un ego inabarcable, seducido por la erótica del poder inalcanzado, conduce la nave hacia el naufragio haciendo caso omiso de todos los consejos, de todas las instrucciones, lleva de la mano al abismo a su monstruosa creación ignorando el tortuoso camino que deben recorrer y el final fatal que sufrirán ambos.


Vapuleado una vez más en las urnas, en dos mejor que una, por si había dudas, emprende una huída hacia adelante en la que ya sin careta, todo vale. Ni se reconocen los errores propios, ni se escuchan las opiniones de los mayores, se propicia el choque de trenes, el enfrentamiento frontal entre dos facciones que sólo puede ocasionar daños de difícil arreglo en el alma del partido y se busca, con tal de encontrar un clavo ardiendo, hasta el apoyo prohibido del separatismo, del radicalismo y del populismo chavista más vergonzante.

¿Y todo esto para qué? ¿Qué rédito espera obtener el capitán desnortado? Puede que su calendario sea aprobado, puede que incluso sea reelegido -en precario- timonel del barco, hasta es posible que se atreva a ponerse de presidente de otro monstruo, éste mucho más peligroso y voraz. Dará igual. Nunca contará con la posibilidad de contentar a los independentistas porque la Constitución lo impide. Nunca conseguirá aplacar a los comunistas, porque su propia naturaleza imposibilita comportarse con mesura y tranquilidad. Si gobierna algún día, durará lo que quiera su monstruo, y será devorado en el momento que a éste le convenga. La única explicación que encuentro para presentarse a este Vía Crucis es la económica. Habrá echado cuentas y le saldrá rentable ser presidente cinco minutos, por eso de las pensiones y sueldos vitalicios que se colocan estos tipos. 

No es que yo sea precisamente sospechoso de simpatizar con el PSOE, pero confieso que me produce cierta congoja observar cómo el navío, sin control, se dirige hacia el Cabo de Hornos y, además, en plena tempestad. No me alegro en absoluto del triste devenir de los acontecimientos porque creo firmemente que el papel de este partido, si se regenera y vuelve a ser dirigido por alguien con cerebro, es fundamental para la política patria. En fin, desde luego que lo que sí va a conseguir este pollo es pasar a la historia como el mayor desastre político que haya existido en este castigado país, que ya es decir. No sólo ha superado al bobo de ZP, algo muy difícil de alcanzar, sino que está a la altura de la morralla que en el 36 condujo a España a una Guerra Civil. Pretende construir un monstruo que, como Saturno, sea capaz de devorar a su propio hijo, es este caso a su propio país. Hay que ser imbécil o, lo que es peor, malvado y ladino. O a lo mejor le pasa como al del concurso, que sencillamente está chiflado. Pues ¡que lo encierren, cantidubi dubi dubi, cantidubi dubi da, ya!    

       

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Lo que es tener mucha jeta

Hay un tipo de personas al que admiro profundamente, entre otras cosas porque me considero incapaz de siquiera intentar aquello en lo que ellos son auténticos maestros. Me refiero a la especie de los trileros, los que tienen como profesión dar gato por liebre, como objetivo primario crear confusión, desconcierto y asombro en sus víctimas con el fin de obtener algún tipo de provecho, generalmente económico. Esa gente que tiene mucha jeta, un morro que se lo pisa, una cara más dura que el hormigón, o más cara que espalda, capaz de hacerse el cojo para quitarle el asiento a un anciano o colarse en una boda diciendo que se es amigo íntimo del hermano del novio. Esas personas que, culpables hasta la médula del derribo de un hotel que va a ocasionar la quiebra de un municipio entero, son capaces de coger un micrófono y no sólo eludir sus responsabilidades sino además echarle la culpa a todo el mundo menos a ellos sin sonrojarse ni nada. Esas damas que, no contentas con no parecer honradas ni por asomo, les importa un comino su apariencia y tratan de cubrir con sus miserias a unos convecinos atónitos sin pudor ni vergüenza algunos. Y encima a voces, como si estuvieran en una verdulería, para que se entere todo el mundo. Las admiro de verdad.

La vergüenza. Ese lastre que tantas veces impidió que uno osara entablar conversación con una chica bonita, esa pared que tanto costaba escalar incluso para pedirle veinte duros a un amigo. ¡Es que me da vergüenza! Quién no lo ha experimentado alguna vez. Pues, por ejemplo, la diputada estrella del socialismo patrio. La dulce, la amable, la cercana, la encantadora reina madre municipal durante aquellos eternos once años. Es el vivo ejemplo del rostro de cemento. Acusa a los indignos sucesores de su dictadura bananera hasta de "jartarse de grifa". ¿Será una experta? ¿Es una sustancia que ayuda a hacer PGOUS? ¿Lo sabe por experiencia o habla de oídas? ¿Les salieron tan mal a ellos por ir hasta las cejas? ¿Crece junto a la higuera o se cultiva en maceta de barro cocido? 

Dice que el actual alcalde está obsesionado con los socialistas y que cree que el Ayuntamiento está lleno de ellos. ¿Es que no lo está? ¿Los favores no se pagan? ¿Sabe qué significa clientelismo político? ¿Y empleos a la carta? ¿Le suenan las expresiones "concurso público" u "oposición"? ¿Le son más familiares las de "enchufismo descarado" o "trabajadores interinos"? ¿Quizás los "nombramientos a dedo"? ¿El "tira que libras"? ¿A lo mejor "hago lo que me sale del higo"? 

¿Se considera un ejemplo de algo o para alguien? ¿Sus once años de terror fueron acaso más suaves para los que no comulgaban con sus ideas, si es que tiene alguna? ¿Conoce lo que significa "revanchismo político"? ¿Cree que es amada por uno solo de sus convecinos? ¿Y respetada? ¿No le cuadra mejor el adjetivo "temida"? ¿Y "odiada"? ¿No es verdad que se le advirtió, incluso desde organismos controlados por su partido, de la ilegalidad de la licencia otorgada para ese hotel del que tan alegremente bromea, y usted puso su higo por delante y se pasó por ahí mismo los consejos y recomendaciones? ¿De verdad piensa que hay un solo vecino que se crea que la culpa es de otros? ¿Nos toma por imbéciles? ¿Está usted nominada para el Princesa de Asturias de simpatía y fotogenia? ¿Quizás para algún Nobel? ¿Quién se cree usted que es? ¿Una especie de iluminada tipo Maduro? ¿Por qué parece estar siempre cabreada? ¿O es que realmente lo está? ¿No practica lo suficiente eso que dicen que a uno le alegra la vida? ¿No ha dado con la persona adecuada? Y ya que se trata de una "profesional", ¿el tamaño importa?

En fin, pido perdón, que ya estoy divagando. ¿Lo ha pedido esta mujer una sola vez en su vida? ¿Sabe lo que se siente? ¿Es consciente de lo a gusto que se queda uno? ¡Ah! Lo olvidaba. La ignorancia es osada y jamás se disculpa. La propia incapacidad para comprender la transcendencia de sus actos condena a sus poseedores a carecer de la virtud de reconocer errores propios, sólo ajenos. Tienen tanto morro, tanta jeta, la cara tan dura que antes se dejarían arrancar las uñas que admitir con humildad un fallo, un solo fallo. Son perfectos. Por eso los admiro. Que lo sepan.           

lunes, 19 de septiembre de 2016

Hastío

Hastío es lo que me invade al ponerme delante del teclado después de casi tres meses de vacaciones en mi paraíso particular de Llanes. No sé si es por la intensidad con la que vivimos este verano los aromas y sabores que ofrece nuestra tierra y su contraste con el brusco salto a la rutina, por ese paso del estío al invierno sin solución de continuidad que, eliminando directamente al otoño, hemos tenido que sufrir la pasada semana, en la que abrigos y paraguas han pasado a formar parte del uniforme con el que salimos a soportar las continuas trombas de agua que nos caen de repente, tras habernos tenido más de un mes sin siquiera descargar una gota. 

Puede que haber disfrutado más que nunca de mi hija y con mi hija y ver cómo el colegio me la arrebata de golpe influya en mi apatía, pero también es posible que me falte la motivación necesaria para ponerme a ello -a escribir- al volver a prestar atención a lo que sucede y encontrarme, otra vez, metido hasta el cuello en el estercolero habitual que nos rodea en este pobre país en el que están convirtiendo España. Los seguidores habituales saben que aquí, básicamente, se escribe sobre tres temas: política nacional, política local llanisca y, por supuesto, sobre mi Aleti. Y no corren buenos tiempos para ninguno de los implicados en estos asuntos. Más bien estamos metidos en el famoso día de la marmota que, como en la espléndida "Atrapado en el tiempo", se sucede una y otra vez, machaconamente, hasta ocasionar a algunos ganas de salir corriendo y no volver por aquí.

En el ámbito nacional, qué les voy a decir, que continúa el circo abyecto en el que estos payasos infectos tratan de hacer malabarismos imposibles con el único fin de salvaguardar sus fastuosos emolumentos. Unos y otros. Todos. Sin excepción. Aunque algunos intentan ser además domadores de fieras, equilibristas sin red y flexibles acróbatas al tiempo que lucen sus narices de intenso rojo pasión y pugnan por mantener una docena de platos girando en el extremo del palito sin que se caigan. Y, claro, eso es imposible. Es como el amigo pesado ese que todos tenemos que, sentando siempre cátedra, sentencia sobre cualquier tema que se le proponga como si realmente supiera de qué está hablando despreciando vilmente nuestra opinión, si es que se ha dignado siquiera escucharla. Hace tres meses vaticiné que el infausto Snchz no se atrevería a intentar de nuevo atracar a la población con intentos desesperados de trincar el poder. Parece que como vidente no tengo futuro. Ahí sigue el tío, erre que erre jugando con nosotros, riéndose de las urnas, viviendo una realidad paralela que ni existe ni es posible. Y el presidente en funciones, el que pasó de 186 a 123 diputados por culpa, básicamente, de mirar para otro lado cuando la corrupción invadía su partido, nada más escuchar cómo rechazaban su investidura, manda a Soria, otro que tal baila, al Banco Mundial de retiro envidiable en pago por los servicios prestados. Y ahora le entran las prisas con Barberá, en lugar de haber prescindido de ella cuando correspondía. ¿Les extraña el hastío?

En clave local, y más cuando uno ha formado parte de ese mundillo durante unos cuantos años, dan ganas de echarse a llorar. Qué pena, lo que pudo haber sido, lo que pudo haberse hecho por Llanes si los enormes egos de algunos/as no hubieran asesinado aquellos excelentes proyectos. Se siente una lástima enorme al pensar lo que se perdió, un grupo de gente homogéneo, sólido y capaz, luchando como una sola persona por erradicar la dictadura trevinista con trabajo, ingenio y conocimientos, y comprobar en lo que se ha convertido, cada uno por su lado, con la única expectativa de seguir cobrando un jugoso sueldo y sin tener ni puta idea de por dónde se andan. Y todavía hay quien se sorprende de que no se hayan confeccionado los presupuestos ni vaya a haber PGOU o como lo quieran llamar en esta legislatura. ¿Quién los va a impulsar? ¿La concejala del ramo? Permitan que, como Mortadelo, me despepite, me monde, me parta, me escojone...

Y de mi Aleti, pues nada, que los apandadores usurpadores y chorizos prescritos ya lo han conseguido; que el que haya llegado hasta el hastío sea el salvador, el gurú, el artífice, el dios con minúscula de nuestra religión rojiblanca. Han hartado a Simeone con sus racanerías, con sus tejemanejes y sus mentiras. "Traedme a Costa, y si no a Cavani, y si no a Higuaín". Tres opciones les daba. Le traen a Gameiro. Pide un Picasso y le dan un cuadro de los chinos. Y, aún así, conseguirá otra vez que luchemos por todo. Han conseguido que la gente se olvide de ellos y aquello de "Cerezo, queremos tu pescuezo" pase a la historia, y en lugar de preservar la continuidad per secula seculorum del artífice, le muestran la puerta de salida. Sin palabras.

Es muy posible que en mi profundo hartazgo tenga también algo que ver la dulce lectura de un libro de Rosamunde Pilcher, "Los buscadores de conchas", que estuve releyendo estas últimas semanas. Tantos días oliendo la sal del agitado mar de Cornualles, de dejar caer entre los dedos la fina arena de sus playas, de pasear por la campiña inglesa entre moras y frambuesas y de degustar tartas de arándanos y pastel de ruibarbo mientras arden unos leños en la chimenea de la salita, acaban por hacer que uno pierda la noción de lo que es la vida real que le rodea, se relaje y se olvide de turbias maniobras y se centre únicamente en disfrutar de los sentidos. Y eso, no puede ser. Porque cuando vuelves a la Tierra es peor. Te das de bruces con toda esta gente trastornada y te entra el cansancio, el hastío, el hartazgo. No me extraña que cada vez más personas sufran la depresión esa postvacacional, o como quiera que la llamen, porque lo cierto es que agota regresar a esta realidad. Le deja a uno extenuado antes de empezar porque la pregunta recurrente que se hace mil veces es, precisamente, ¿y por dónde demonios empezamos?