martes, 13 de diciembre de 2016

Principio y final

En la vida todo, absolutamente todo, tiene un principio y un final. Todo empieza y todo acaba. Es así. Las mejores épocas se marchitan y oscurecen y los tiempos tenebrosos se aclaran y el cielo se despeja dando paso al sol. Los Gobiernos supervivientes como el de Churchill, o los obscenos como el de Hitler, empezaron y acabaron. Incluso el terror de los Castro cubanos concluirá algún día, aunque no parezca posible. Los matrimonios comienzan y terminan, aunque la mayoría de las veces los implicados no sepan -o no quieran- datar el final. Hasta el planeta nació de un big bang, y morirá con otro, nos guste o no. Nada es eterno. Nada permanece para siempre. Simeone, tampoco.

Acabamos de vivir, algunos con gran alegría y gozo cercano al éxtasis, la que posiblemente ha sido la mejor etapa en la historia del Club Atlético de Madrid. Hace exactamente cinco años tuvimos la enorme fortuna de que Diego Pablo, el "Cholo" para nosotros, llegara a Madrid para iniciar un periplo extraordinario, para cambiarlo todo de arriba a abajo, para conseguir que dejáramos de ser el hazmerreir de Madrid, España y Europa entera y pasásemos a ser temidos, respetados y admirados por todo el mundo. En 2011 el Aleti era un ente amorfo en descomposición. Hoy es un club sólido, con jugadores que valen auténticas millonadas, que juega la Champions y casi la gana -dos veces- y con unas estructuras robustas y profesionalizadas. Y todo, absolutamente todo, lo ha hecho el Cholo. La transformación experimentada por jugadores, técnicos, empleados e incluso los directivos delincuentes prescritos ha sido tal que, como diría Alfonso Guerra, al club no lo reconoce ni la madre que lo parió.

Durante este periodo de cinco años los hinchas, como gusta llamarnos nuestro guía, hemos disfrutado como nunca. Hemos ganado cinco copas; Liga, Copa del Rey, Europa League y las dos Supercopas pero, sobre todo, hemos disputado dos finales de la Champions League. Y las dos, sí, las dos, debimos ganarlas. La primera siendo inferiores al rival y la segunda mostrándonos superiores. Pero, como dice nuestro gurú, no se dio. Y si del primer estacazo salimos aún más fuertes, con más energía, más deseo, más ímpetu, el segundo golpe nos dejó noqueados. Y al primero, al Cholo. Dijo lo que dijo en sala de prensa y, aunque trató de arreglarlo, todos supimos que algo se había roto para siempre y que ya no había vuelta atrás. Como lo más difícil para la raza humana es poner el punto final, nos engañamos, se engañó el Cholo e hicimos como si nada hubiera pasado, seguimos con el discurso habitual, pero la cosa no era igual. El equipo es otro, la solidaridad defensiva, el bloque impenetrable, el muro infranqueable ya no se ve. Jugamos a otra cosa, de otra manera, sin tanta solidez, sin ese "todos para uno y uno para todos" que se había hecho más famoso en todo el mundo que el de Dumas. Y, en el banquillo, no existe la frenética actividad de antaño, la pasión con la grada bajó unos grados, las declaraciones son más secas, la actitud más displicente, las caras más agrias, el trato menos cercano.


Y no pasa nada. Han sido cinco años excepcionales, sin tacha, sin mácula, únicamente con la imperecedera frustración de no haberlo ganado todo cuando se pudo. Pero nosotros no somos como otros. Nosotros no medimos el éxito o el fracaso acumulando títulos que pronto olvidamos en una repisa. Nosotros valoramos una forma de hacer las cosas, una fidelidad a unos colores, un amor incondicional a un club que no gana siempre. Lo nuestro es más difícil, de hecho los otros no lo entienden, no pueden comprender que, tras haber perdido una final, nos quedemos media hora ovacionando a nuestros jugadores hasta que parezca que han logrado la victoria. No entienden que, si lo han dado todo, si lucharon hasta la extenuación, no hay nada que importe más que esa entrega a unos colores. Y así ha sido durante cinco maravillosos años.

Pero todo este increíble periplo toca a su fin. Las señales son inequívocas y el Cholo, si es fiel a lo que escribió en su libro "Creer", debe saberlo. No es un desdoro, no hay que avergonzarse, ni pedir disculpas, todo está bien. Pero concluyó. Esta etapa, espectacular e inolvidable, llegó a su término. Y como desde los despachos no van a mover un músculo -por la cuenta que les trae-, le toca al Cholo poner la rúbrica a su enorme obra. Y el momento es ahora. Antes de que alguien se confunda y la cosa empiece a ponerse desagradable, es necesario llegar hasta el final. Un final que será un punto y seguido, no se aflijan. Luis Aragonés, nuestra otra leyenda, nos entrenó nada menos que en cinco etapas diferentes. El Cholo tiene 46 años nada más, hay tiempo de sobra. Pero no ahora, no esta temporada, no en estas circunstancias. Qué bueno que viniste, Cholo. Hasta pronto.  
  

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Vicios adquiridos

Como sin duda sabrán, ustedes que viven bien informados y asaeteados por multitud de noticias -verdaderas o falsas, eso sí- que llegan a través de los infinitos medios de comunicación que hoy en día así pueden llamarse, se generó hace tiempo una virulenta polémica en nuestro país a cuenta de unas estúpidas declaraciones del director de cine Fernando Trueba, no tanto por su contenido estricto -que también- sino sobre todo por el lugar y el momento que eligió para escupirlas, justo cuando recibía el Premio Nacional de Cinematografía, dotado con unos sabrosos 30.000 euros que el elemento no tuvo reparo en recoger de manos de un ministro de España, de ese país al que tanto detesta y del que jamás se ha sentido -ni cinco minutos siquiera- ciudadano. Con dos cojones. Ese momento, inmortalizado por las cámaras y micrófonos, por mucho que desde la cuerda del protagonista intenten edulcorarlo, suavizarlo o tergiversarlo, lo mismo me da, es una oda a la gilipollez suprema de un resentido, de un estúpido y de un desagradecido que, gracias a ese país que denosta, gracias al dinero de sus ciudadanos percibido a través de ridículas subvenciones, ha podido realizar sus películas, algunas de ellas, dicho sea de paso, absolutamente vergonzosas.

Por que el caso es que a nosotros, a los de a pie, a los paganinis de esta historia, a los que quieren montar un negocio, una empresa o una franquicia, lo que sea que se les ocurra, a todos estos no se les subvenciona desde el Ministerio corespondiente. Si uno quiere abrir una charcutería, un despacho de loterías o una farmacia, no solamente no recibe ni un euro procedente del erario público, sino que además se ve obligado a sortear mil y una trabas burocráticas hasta conseguir echar a andar la empresa, eso si antes no se cansa y abandona el proyecto harto de papeleo y dificultades varias. Hay que tener mucho ánimo y muchas ganas para iniciar cualquier actividad por cuenta propia en España y luego para mantenerla en el tiempo. Y mientras uno intenta sostener su medio de vida, Hacienda, Sanidad o Trabajo -por nombrar tres Ministerios "comprometidos" con los españoles emprendedores- se encargarán de que el negocio camine siempre por el alambre, de que la espada de Damocles del cierre esté siempre bien presente sobre nuestras cabezas.

Sin embargo, un tipo cualquiera, con talento o sin él, decide que va a hacer una película y automáticamente recibe subvenciones y ayudas a porrillo. ¿Qué ven cuando arranca un film español en la gran pantalla? Infinidad de logotipos de Ministerios, Consejerías, Ayuntamientos, Televisiones Públicas, Televisiones Privadas a su vez subvencionadas o sostenidas por el Estado, marcas patrocinadoras de diferentes campos y la intemerata. Pasta a granel, dinero de todos empleado, la mayoría de las ocasiones, en lanzar bodrios infumables que acaban a las dos semanas olvidados por todo el mundo, incluso por quienes se beneficiaron de las "ayudas".

La úiltima obra del tipo este que odia a España pero que recibe su pasta con avaricia y alegría está fuertemente subvencionada. Además, cosa rara, el insigne y estrábico director le ha puesto en el título el nombre del país al que detesta, no se sabe si para hacer un poco la pelota o para reirse aún más de nosotros. "La Reina de España", que así se llama la historia, ha recaudado lo que se dice una miseria en sus primeros días de exhibición. No alcanza los 400.000 euros en su primer fin de semana, lo cual es una ridiculez, porque se estrenó en 376 salas y el promedio apenas llega a 1.000 euros por cine. Alarmado por el bochorno, el extraviado autor se ha lanzado por las emisoras a llorar y a decir que si hay un boicot, que el no dijo lo que dijo, que somos muy torticeros y que interpretamos mal sus palabras. Y no sólo él anda de romería por radios y televisiones, encima ha mandado a sus actores, a Resines, Sanz y cía. -a Penélope no, faltaría más, que es una celebrity medio americana y está casada con Bardem, ese progresista intachable- a perder el culo y ponerle a él como si fuera un mártir, alegando que paga sus impuestos en España y que por tanto su currículum es irreprochable y bla, bla, bla.

Miren, a mí me importa un rábano si la película es buena o mala. Hace años, exactamente desde que el manflorita ese manchego se pusiera a hablar de golpes de Estado y luego el gorila que lleva a su mujer a parir al hospital más caro de los Estados Unidos abriera su bocaza hasta extremos inhumanos para predicar justo lo contrario de lo que hace, desde entonces no gasto un céntimo en ver cine español. Si acaso cuando luego lo ponen en la tele a lo mejor, si no tengo nada que hacer, le presto un poco de atención. Y, si por error alguna vez asisto a una sala donde proyectan cine subvencionado, ya miro muy bien antes quién es el responsable del habitual desaguisado y selecciono. Si el apellido empieza por A y es palabra grave, ya les digo que seguro que no voy. Y si el tío ha insultado a mi país y a la inteligencia de sus súbditos, menos. Cuando empiecen a subvencionar al frutero de la esquina por traer excelentes plátanos canarios, o a la pescadería de al lado por ofrecer merluza fresca del Cantábrico, a lo mejor cambio de parecer. Y si al peluquero de enfrente le dan pasta por hacer bien sus cortes de pelo y a la tienda de ropa para niños la subvencionan por vender género fabricado en España incluso puede que hasta vuelva a interesarme por el cine español. Mientras tanto sus vicios, adquiridos hace ya tantos años que son verdaderas enfermedades crónicas, que se los pague Rita la cantaora, que servidor bastante tiene con lo suyo.                 

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Réquiem por el sentido común

Se acaba de morir Rita Barberá. Imagino que todos saben de quién se trata, pero por si alguno no es de este mundo le recuerdo que fue alcaldesa de Valencia durante 24 años, militaba -en pasado- en el PP y fue, durante los últimos años, acosada, perseguida, machacada, humillada, imputada y estaba en trance de ser juzgada por un caso de corrupción masiva en el Ayuntamiento que dirigió. Es irrelevante lo que yo piense, lo sé, pero el hecho de que todos sus concejales estuviesen pringados y metidos hasta las cejas en el escándalo me hace estar casi seguro que ella sabía lo que se cocinaba por allí. Y si no lo sabía peor, pues un jefe debe conocer a sus subordinados, enterarse de su catadura moral y, en su caso, tomar las medidas oportunas. Por acción u omisión, esta mujer tenía toda la pinta de no ser trigo limpio. Eso es lo que yo pienso.

Pero que a mí me parezca que no era del todo honrada no quiere decir que no lo fuera. Para eso un juez se estaba esforzando en, a tenor de las pruebas obtenidas por la Policía, determinar si era o no culpable y en qué grado. Y, por ahora, aún no ha habido pronunciamiento ni sentencia sobre los hechos. Y como se supone que estamos en un Estado de derecho, ni yo ni nadie somos quiénes para juzgar lo que todavía no ha sido juzgado ni para decir si era o no culpable, a pesar de la pinta que tiene todo este entramado de chanchullos que sucedían por aquellos lares. Además y como también digo siempre, algo haría bien para ser reelegida, una y otra vez, hasta juntar 24 años al frente de su ciudad.

En cualquier caso, todo eso ya da lo mismo porque hoy le ha pegado un infarto fulminante y ya no verá el fin del proceso público al que estaba siendo sometida. Descanse en paz. Lo que no da lo mismo es que, como senadora que era, las Cámaras hayan ofrecido sus condolencias a la familia e intentado mostrar respeto y educación guardando un minuto de silencio en su memoria. Ese gesto es el habitual tras el fallecimiento de cualquier persona, no sólo en el ámbito político, sino en el deportivo o en el cultural, por poner dos ejemplos. Se trata sencillamente de dejar pasar 60 segundos en silencio para que cada cual pueda reflexionar acerca de lo que ha supuesto para él ese acontecimiento y, de paso, reconfortar a la familia con una mínima muestra de respeto.

Pues ni eso han sido capaces de mostrar las hienas de Podemos y demás mierdas adyacentes. Los que han defendido a los terroristas de ETA, aquellos que apoyan hasta la náusea a dictadores como Maduro o los ayatollahs, los que entienden las ambiciones separatistas, estos que se dejan llevar por lo que dicen que "la gente" quiere, estas fieras, estas alimañas sedientas de la sangre de políticos como Barberá, se han ausentado del hemiciclo en el momento en que se iba a guardar un escaso, pírrico y corto minutito de silencio por una persona fallecida. ¿Lo entienden? Por un muerto. Por alguien que ya no está. Por quien ya no puede defenderse, ni emocionarse, ni ofenderse. A eso se le llama caridad humana, respeto por los caídos, educación ciudadana, qué se yo. Todo de lo que carecen estas bestias sin alma, estas aves de rapiña cuyas garras pretenden caer sobre nosotros, las personas normales. Ya lo he escrito en otras ocasiones, Dios nos libre de estos que odian, cuyo único motor es el rencor, la rabia, la envidia y el deseo de mal para los que no son como ellos. Violentos, agitadores, guerracivilistas, especie carnívora que se alimenta de las ilusiones y esperanzas de personas decentes, que atacan por la espalda, que sólo saben imponerse si van en manada, cobardes lobos esteparios consumidores de todo lo bueno que tiene la raza humana. Miserables ratas a las que ni siquiera les queda un rasgo de humanidad, escoria en definitiva cuya única meta es el exterminio, sí, el exterminio de todos aquellos que no piensan igual.


Hoy era un día para mostrar que simplemente son humanos, que tienen sentimientos, que saben lo que significa el respeto y que incluso saben discernir lo que es hacer política y lo que es ser persona. Pero son incapaces. No han podido. Como fieras que son, han pesado más los instintos depredadores que la razón. El odio y la necesidad de venganza que el sentido común. Hoy es un día, otro más, en el que las personas de bien, que esas sí que son la mayoría, no tienen otro remedio que entonar un réquiem por la actual situación política, por quienes la encarnan y por sus actos animalescos. Un réquiem, doloroso y triste, por el sentido común. Descanse en paz.

viernes, 11 de noviembre de 2016

El mundo se acaba (again)

Una vez más, los agoreros de diverso pelaje que cada día nos machacan desde la pequeña pantalla o desde el resto de medios de comunicación, esos que lo dominan todo y de cualquier cosa opinan como si supieran muchísimo, están pronosticando de nuevo el acabose, como lo hicieron cuando el Brexit o en las sucesivas elecciones en nuestro país. Dicen que se avecina un cataclismo en los Estados Unidos de América y poco menos que van a desaparecer de la faz de la Tierra por una curiosa e inexplicable circunstancia sucedida el pasado martes: que el magnate Donald Trump ha ganado las elecciones presidenciales. Ese va a ser, ésta vez sí, el detonante para que no sólo en su país, sino también en el resto del mundo, nos veamos abocados a las siete plagas de Egipto, al más terrible futuro que se pueda imaginar para nuestra especie, a la extinción de la humanidad al completo por causa de tan inesperada tragedia.


Ya les digo yo que no, que no se preocupen lo más mínimo. El tío éste que ha ganado las elecciones en los Estados Unidos es un bocazas, un tipo que se ha dedicado toda su vida a fanfarronear, a ir de perdonavidas, a jugar un papel de macho dominante no sólo con las mujeres sino también con todos sus rivales en los negocios y en la política, un elemento que es como el abusón del pueblo que tiene acojonados a todos pero que, si lo sacas de su entorno, se convierte en menos que inofensivo. Nadie en su sano juicio se cree que Trump acabe construyendo un muro en la frontera con México. ¿Es que alguien piensa que va a instaurar un régimen de autarquía absoluta en un país como el suyo? ¿Que va a meterse en más guerras que sus antecesores? Dicen que es contrario a las nuevas tecnologías y a las energías limpias y que durante su mandato los daños al planeta van a ser tremendos. ¿No lo son ya? ¿No es Estados Unidos uno de los países que más contamina, si no el que más? Vale, parece que las empresas que suministran aerogeneradores han caído algo en la Bolsa, así como las tecnológicas. Ya subirán. 

Imagino que, de puertas para afuera, de poco nos vamos a enterar sobre las decisiones que Trump vaya tomando en lo que a su país respecta. Nada nuevo bajo el sol. ¿O es que alguien sabe lo que Obama ha legislado a lo largo de ocho años en sanidad, educación o cultura? Me parece que muy pocos. Lo cierto es que, por muy detestables que sean sus comentarios racistas, xenófobos y machistas, en el tema económico algo debe saber quien ha sido capaz de mantener una fortuna considerable heredada del padre y llegar a ser nada menos que presidente de los Estados Unidos. Además, entre sus colaboradores sí hay gente con mucha formación política, como por ejemplo el exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, del que por cierto pueden indagar qué opinión tienen sus conciudadanos y de su gestión en la ciudad de los rascacielos a lo largo de siete años.


A mí la verdad es que este hombre me recuerda un poco al infausto -para mi querido Atlético de Madrid- Jesús Gil. Más bruto que un arado, con aires caponescos, demagogo hasta las entrañas, sin escrúpulos para hurtar todo un club histórico a sus socios y encima salir impune. Pero pregunten en Marbella, a pesar de todos los desmanes cometidos, qué opinión tienen los votantes de su trabajo por la ciudad durante once años en los que acumuló victoria tras victoria en las urnas y, sobre todo, qué piensan de él una vez comprobado el talante de los que vinieron detrás. He de reconocer que como persona, lo despreciaba. Pero algo debía hacer bien cuando logró ciertos hitos en política y mucha popularidad entre sus vecinos. Y tanto Gil como Trump tienen una gigantesca ventaja sobre otros, y es que se sabe a ciencia cierta que, como ya son multimillonarios, no les mueve el afán por trincar, o al menos no es su única aspiración, que tiene más que ver con la satisfacción de las ansias de poder, que en el caso del americano van a quedar más que saciadas. Además, si les digo la verdad, tras escuchar a Pablo Iglesias insultarle directamente, me gustaría que lo hiciera de maravilla. Tener a esta gente en contra tiene que insuflarle a uno una energía incontenible. Es mejor que contar con ellos. Que le pregunten a Hillary. 


Pero aunque parezca que no, sí que me preocupan algunos aspectos de la victoria de este señor. Por ejemplo, me asusta su aspecto anaranjado. No es natural, no parece propio de un humano ni adecuado para dirigir ese país. Tampoco comprendo cómo se sustenta en un equilibrio imposible el frondoso tupé que luce orgulloso, ni comparto el color del tinte elegido. Entre lo rubio de los cabellos, el naranja del rostro y la corbata roja sobre panza lustrosa me tiene sin vivir en mí. Insisto, el miedo que me da es que en realidad se haya escapado del área 51 y tomado ese inquietante aspecto o que sea uno de esos criogenizados, como Walt Disney, que hayan descubierto la manera de revivirlos y ésta sea la pinta que tienen al despertar. No sé.   



Así que menudo añito que llevamos. Se acabó el mundo con el Brexit y ahora se vuelve a acabar con Trump. Menos mal que ya no vamos a tener -al menos en 2016- más elecciones en España. Eso sí que daría miedo. Por que si resulta que las gana Podemos, entonces sí que ya no estoy seguro de lo dicho. Entonces sí que puede ser que el mundo se acabe de verdad. Con esos todo es posible.           

martes, 8 de noviembre de 2016

Piratas modernos

No sé si me van a tomar a coña, pero en las recientes elecciones al Parlamento de Islandia, esa isla cercana al círculo polar ártico cuya selección futbolera causó sensación en la última Eurocopa, ha quedado en tercera posición y en condiciones de aliarse con otros para formar gobierno el Partido Pirata. Como lo leen. Una vez recuperado del impacto emocional recibido y como todo mortal que se precie, empecé a bucear en internet para enterarme de más cosas sobre esta peculiar formación. Resulta que no es un fenómeno local circunscrito a ese país nórdico, sino que se trata de una corriente que se extiende incluso hasta Alemania, que también tiene un partido con ese nombre y cuya supuesta ideología es afín a los hackers, es decir, a los piratas informáticos, que consideran que toda la información que existe en la red ha de ser pública y accesible sin limitaciones de ninguna clase. Por supuesto, son también fieles defensores de los "derechos civiles", de la "democracia directa", de la "participación ciudadana" y de la "transparencia". ¿Les suena? Únicamente les falta definirse como los adalides de "la otra política" y tirar con bala a "la casta" y ya sabrían de quiénes hablo.

Pero no. Resulta que en España hace años que ya existe un Partido Pirata. Su presidenta es Amparo Peiró y su secretario general es Manuel Barbero pero, aunque apoya todo lo anteriormente enumerado, parece que aquí se centra más en los temas digitales, en la defensa de las libertades en el mundo de Internet y en el fomento del libre acceso a toda la información existente en la red. Así les va. El que yo creía auténtico representante de esa corriente en España, el partido de Iglesias, en realidad no lo es. Pero sí es cierto que la estética de Pablo, discutible como mínimo, se ajusta bastante a lo que describió el gran Sabina en "La del pirata cojo", a saber: con pata de palo, con parche en el ojo, con cara de malo, el viejo truhán... Sí, ya sé que no usa pata de palo ni parche en el ojo, pero seguro que se lo imaginan sin mucho esfuerzo. ¿Me equivoco? Venga, un pequeño esfuerzo... Y desde luego que es un truhán con cara de malo. Sustituyan los adminículos que menciona el maestro de Úbeda por un apéndice capilar grasiento y una figura algo cargada de espaldas y ya tenemos a uno que da más miedo que Garfio y Jack Sparrow juntos. 


Una vez metido en el papel, el capitán Iglesias no es amigo de andarse con rodeos. Es "simpatizante" de los etarras, de los separatistas, de Maduro y de los ayatollahs, de toda la banda completa. Y no va solo. En su siniestro barco le acompañan como tripulantes distinguidos la sin par Rita Maestre "la tetas", el oscuro Ramón Espinar "el taimado especulador", el sórdido Bódalo "el salvaje" o Carolina Bescansa, "lactosa woman". Está como loco por subirse Snchz "el viruelas", pero todavía no está nada claro su fichaje. Y de contramaestre, Íñigo Errejón, "babyface", uno de los más peligrosos.



Como les digo, aunque son nuestros piratas de la política, los que dan más miedo y los más malos que surcan los mares de nuestro país, no son los auténticos. Llegan tarde. En Islandia ya son decisivos para formar gobierno los de verdad. Y si les enseño al líder del que podría pasar por el Podemos islandés, igual se caen de la silla. Mete más miedo que los piratas. Lidera una cosa llamada "Futuro Brillante" y es algo así como un rapero siniestro con pinta de vagabundo. Se parece a Forrest Gump cuando decide ponerse a correr tres años sin parar, así, sin más. ¿Recuerdan? Vean y comparen.

Qué mundo éste. Uno de los países más avanzados de Europa puede acabar dirigido por una alianza de piratas y raperos. Y en uno de los que más historia tiene, en el que más riqueza y diversidad cultural hay, el el que han dejado su profunda huella todas las culturas desde la romana hasta la árabe pasando por la judía, estamos preocupados por si la irrupción de unos miserables que sólo buscan la destrucción llega a concretarse como opción real para dirigir los destinos de España. Casi que prefiero los piratas de Islandia. Perdón por la tristeza.          

miércoles, 2 de noviembre de 2016

El iluminado

"Persona que, sin atender a razonamientos, cree estar en posesión de la verdad absoluta". Esta es la definición que da el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española acerca de lo que es un iluminado. Alguien que no escucha a nadie por más consejos que intenten ofrecerle por la sencilla razón que se cree Dios. Infalible, inmaculado, inmarcesible, listísimo en definitiva.  Eso se lleva creyendo que es Pedro Snchz desde que lo eligieron secretario general del PSOE. En lugar de conducir un partido, poseído por el espíritu de algún salvapatrias de tercera, fascinado por orates como Calígula, Napoleón, Hitler o Stalin, se lanzó a una deriva pseudopopulista aderezada con un absurdo coqueteo con las cloacas separatistas que, ya lo han visto, ha llevado a esa formación a despeñarse por el abismo y, agarrada como está a una frágil rama que amenaza con partirse, aún ha de soportar los delirios del iluminado que, para mayor desgracia del socialismo respetable, ha decidido exhibir sus vergüenzas sin pudor por las televisiones adictas a los descamisados.   

Cuando el causante de todo esto, el ínfimo ZP, hizo mutis por el foro tras los azotes de Obama, todos pensamos que sería imposible superar el conjunto de memeces y disparates que el de la ceja había perpetrado en España y en el PSOE. Olvidamos el sabio refranero del que disfrutamos y, concretamente, no caímos en la cuenta que hay uno que dice que "otro vendrá que bueno me hará". Por desgracia para todos, no sólo para los que profesan la fe socialista sino para todos los españoles de bien, así ha ocurrido. Y no es que Snchz haya hecho bueno a ZP. Es que le ha hecho maravilloso, ha conseguido que hasta se le añore. Ha logrado, como la protagonista de la película de Bayona, lo imposible.

Y la verdad es que, observando la conducta del dirigente desnortado tras su renuncia al escaño en el Congreso, todo va quedando mucho más claro. Las razones de la imparable deriva hacia posiciones radicales, el coqueteo descarado con los independentistas, el odio visceral a quien defiende el orden constitucional, todas ellas aparecen mucho más claras después de escuchar a este individuo en su charla con Évole. No tuvo ningún reparo en mostrar su cercanía a las tácticas podemitas, rechazó llamar populismo a lo de Iglesias e incluso alabó el "impulso renovador" de los morados del que dijo que el PSOE carece. Más claro, se echó en brazos del coletudo sin pudor alguno. También afirmó que Cataluña y el País Vasco son naciones, así, a pelo, sin protección ni nada, con lo cual queda claro el porqué de sus acercamientos y entendimientos con las formaciones independentistas y que no eran mentiras de la prensa ni de gente interesada lo que se decía de su tendencia a pactar con todos ellos. Y para remate, para horror de todo militante socialista sensato y rechifla del resto de personas que así llamarse puedan, éste paria político, éste auténtico iluminado sin luces en la sesera anuncia su disposición a competir por volver a ser secretario general del partido. Casi nada al aparato, oigan.


Uno puede presumir, si alguien se toma la molestia de releer sus numerosos escritos sobre el personaje, de que le tenía calado casi desde el principio. Este tío se descubrió el día del debate cara a cara con Rajoy en diciembre cuando, fuera de sí, empezó a insultar gravemente al candidato popular como si fuera un rufián -con minúscula- cualquiera y adoptó una línea dura, rayana con la violencia, que ha mantenido e incluso incrementado a lo largo del presente año. Es más, me atrevo a hacer una predicción que probablemente tenga más éxito que las de la pobre Aramís Fuster: en realidad este tipo simpatiza con Podemos, eso está más claro que el agua y, como no será capaz de podemizar el PSOE como era su pretensión, en el  momento que se dé cuenta de que sus días como socialista camuflado han terminado, pasará a engrosar las filas de los de Pablo Iglesias. Quién sabe si esta bomba de relojería con patas será capaz de triturar también a los antisistema. Ya me gustaría, ya, pero a tanto ya no me atrevo. Eso lo dejo para la Fuster.
 

viernes, 28 de octubre de 2016

Estoy de acuerdo, señor Iglesias

No, no han leído mal. Tampoco he sido víctima de un patatús cerebral que haya mermado mis ya de por si escasas facultades mentales. Y mucho menos he cambiado de opinión sobre lo que representa para el país la existencia de Podemos y sus líderes, que no son sino una lacra, un motivo de vergüenza para nuestra especie y un desdoro para la política. Lo que ocurre es que, una vez escuchado el torrente de disparates, sentencias demagógicas y guiños al separatismo radical que emitió ayer en el Congreso, he podido extraer varias afirmaciones del señor Iglesias -por llamarle de alguna manera- con las que estoy absolutamente de acuerdo. Como lo leen.

Algunos han considerado como "exabrupto inaceptable" aquello que afirmó el coletudo diputado al decir que "en esta Cámara hay más delincuentes potenciales que fuera". Cospedal le llamó a voces sinvergüenza, Rivera fue menos delicado y optó por un sonoro "vaya gilipollas". Sin llevarles la contraria lo más mínimo a sus señorías en lo que se refiere a sus juicios de valor sobre la persona que ocupaba la tribuna de oradores, sí que disiento abiertamente acerca de la consideración que sus palabras merecen, pues aunque parezcan lo contrario, son una verdad como un templo, ya que de Iglesias hablamos. Por supuesto que hay delincuentes potenciales en el Congreso, y unos cuantos, no crean. No olvidemos que potencial es un adjetivo que, utilizado como lo hizo el líder podemita, significa "que pueden serlo en el futuro, aunque aún no lo sean". Y no hay nadie que se adapte a esta sentencia mejor que los 71 miembros de esa formación. Porque son personas que no aceptan las leyes en vigor, que incitan al odio y a la violencia en la calle, que se saltan las normas de convivencia e higiene -no sólo democrática- y que llaman a la algarada, a las barricadas y, si me apuran, como el verdadero Pablo Iglesias, el fundador del PSOE, incluso a la agresión personal a los políticos y simpatizantes de la derecha. No creo que pueda estar más claro tras escuchar a esta gente, que se sientan en el hemiciclo, al menos, 71 potenciales delincuentes.

También estoy de acuerdo con la manida sentencia, muy empleada y manoseada por el cabecilla morado, que se refiere a que "el tiempo pondrá a cada uno en su lugar". El pobre Hernando también la empleó hasta la saciedad en su intervención pero hablando de cosas ya sucedidas, a las que concedió una interpretación en ocasiones y, como mínimo, muy optimista. Pero Iglesias hablaba del futuro. Por supuesto que el tiempo da y quita razones y coloca a cada uno donde se merece. De hecho, a su formación ya la va poniendo con las orejas tiesas y la mano en el cinto ante los cada vez más menguados resultados que va obteniendo en las sucesivas convocatorias electorales. Y estoy convencido que, al correr de los años, acabará siendo algo residual, como un excremento rebelde que se va por el desagüe tras verse uno obligado a tirar varias veces de la cadena. En efecto, ciudadano Iglesias, ya verá cómo el tiempo le pone en su lugar. En otro lugar, por supuesto, no intentando coaccionar a un país desde un púlpito al que subieron hombres ilustres cuya memoria mancilla usted cada vez que abre la boca. España, mal que les pese a su señoría y a sus acólitos, no está dispuesta a una revolución bolivariana que distribuya miseria entre los ciudadanos, por mucho que se empeñen. Ni ahora, ni nunca. Ya lo verá, con el tiempo.   


Por último, no estoy menos de acuerdo con el diputado extremista cuando asevera que "el orden reina en Madrid" y que "el PSOE está más cerca del PP que de Podemos". Hombre, es de esperar que el hecho de que por fin haya Gobierno, que dejen de reinar la anarquía y el desorden sea algo que alegre a quien -se supone- trabaja por hacer un país mejor en todos los sentidos. Y que, si de una vez los socialistas han sentado la cabeza y entrado en razón tras la zozobra provocada por insensatos del calibre del infausto Snchz, su partido se alinee en el bando de los que respetan la Constitución, las leyes y las normas, la unidad de España y el buen funcionamiento de las instituciones y deje de navegar por las aguas del populismo facilón que, entre otras cosas, le ha llevado a la ridícula cifra de 85 diputados en las Cortes, resultado inédito y más que calamitoso que tanto satisfizo a los antisistema. Así que sí, en todas estas cosas estoy de acuerdo con el "señor" Iglesias. Que conste.


lunes, 17 de octubre de 2016

Elenita o las cuitas de un descerebrado

Tras echar un vistazo a la prensa diaria, labor que realizo con la ayuda de los medios digitales desde hace tiempo, dos noticias me llamaron hoy la atención. No tienen entre sí nada que ver, pues una de ellas avisa de un fallecimiento y la otra informa de las últimas idioteces de un descerebrado. Lo único que tienen en común, amén de haber llamado mi atención, es que son noticias lamentables, que uno no hubiera querido recibir.

Ha muerto Elena Santonja. A muchos de ustedes quizás no les diga nada este nombre pero, si peinan alguna cana y les digo que presentó en Televisión Española el programa culinario "Con las manos en la masa" seguro que un poco les va sonando. Personalmente su óbito me ha traído recuerdos melancólicos de mi también desaparecido padre, porque de niños y adolescentes fueron vecinos en Hermosilla 5, en Madrid. Me vinieron a la memoria los instantes en que papá se sentaba en el sofá de la sala de estar y, al comprobar que Elena estaba cocinando cualquier menú en compañía de alguna persona célebre -en aquella época estos eran actores, escritores o músicos, no los infrahumanos que hoy fardan de famosos-, exclamaba: "Hombre, pero si es Elenita Santonja, mi vecina de escalera".  Luego nos explicaba que también tenía una hermana, Carmen, que cantaba muy bien, y yo le decía que formaba parte de un dúo llamado Vainica Doble y que, precisamente, junto a Joaquín Sabina, eran quienes cantaban la sintonía del programa, aquello de "siempre que vuelves a casa, me pillas en la cocina, embadurnada de harina, con las manos en la masa...". Hoy Elenita se ha muerto con 84 años y se ha llevado otro trocito de ayer y, de paso, he vuelto a echar mucho de menos a mi padre, que debería haber cumplido los 86 pero no lo hizo. 


Después, en otra sección del periódico que debe denominarse "Gilipolleces varias", en francés simplemente "Boutades", me he encontrado con que el insigne actorzuelo que hace años que no hace nada más que soltar imbecilidades y ofender a las personas de bien que quedan en España, el ahora llamado Willy Toledo, antes Guillermo, ha dicho que los dos guardias civiles agredidos brutalmente en Alsasua junto a sus parejas son unos borrachos y unos prepotentes y además provocaron su agresión. Estoy casi seguro que este payaso estaba presente en el local donde sucedieron los hechos. No se explicaría si no esa seguridad al insultar a los agentes ni tanta precisión al definir el estado en que se encontraban ambos. A no ser que, como debe sufrir a menudo esos problemas de intoxicación etílica a los que alude y parece mostrar una fuerte adicción a otro tipo de sustancias, simplemente no sepa lo que dice, que es lo más probable. Sólo pregunto, ¿es la primera vez que este tipo ofende gravemente a miembros de las fuerzas del orden público? Si no es así y es conocido que se trata de su deporte favorito, ¿cómo es que hasta ahora se ha ido de rositas? ¿Es esto libertad de expresión? ¿O es faltar al respeto a gente perseguida, humillada, agredida y asesinada? ¿Existe la Justicia? 


Termino deseando el descanso eterno a la buena de Elenita, audaz precursora de un género televisivo que hoy ha hecho millonarios a algunos cocineros, y una larga vida plena de tristeza, amargura y odio, ese que destila a diario en sus ofensivos comentarios, al tonto del culo de la barba y, de paso, a ver si suena la flauta y el gorila de Caracas le encarga un trabajo de ensalzamiento al comandante y se exilia definitivamente a aquellas benditas tierras. Lo siento por ellos.         


miércoles, 12 de octubre de 2016

Orgullo, pena y envidia

Hoy se celebra el día de la Hispanidad. Con un desfile militar cada vez más breve en Madrid y discretos actos semiproscritos diseminados por la superficie de España se despachan más de quinientos años de historia, de gloria y de penas, de triunfos y derrotas, de conquistas y pérdidas. Y todavía hay a quien le escuece, quien lo lamenta y quien abomina de cualquier conmemoración de la aventura colombina. A este país nuestro y a mucha gente que lo puebla, yo no los entiendo.

Lo que a mí me hubiera gustado de verdad, de verdad en la vida, es haber logrado una medalla de oro en cualquier disciplina, deportiva o no, para haber tenido la oportunidad de subir al podio y escuchar mi himno al tiempo que, con la mano en el pecho, como los americanos del norte, contemplaba llorando cómo la bandera roja y gualda ascendía lentamente por el mástil. No sé explicarlo, pero estoy seguro que hubiera sido memorable, inolvidable, épico, la piel de gallina, las lágrimas en mis mejillas, el corazón al galope, el nudo en la garganta y, al concluir la ceremonia, un grito exultante, quizás unos golpes en el pecho, seguro que un orgullo y una emoción enormes por haber sido campeón de algo defendiendo a mi país, a España. Eso es lo que de verdad más me hubiera gustado.  

Eso sí, debo ser un imbécil porque a los de ahora, a la chusma que puebla la escena política de hoy, les repugna todo lo que a mi me llena de orgullo. Podría entender hasta que un vasco o un catalán se emocionen más si suena Els segadors o se iza la ikurriña. Uno puede sentir más una bandera que otra y es respetable. Pero que un merluzo que va hecho unos zorros, sucio y desharrapado, que no tiene ni puta idea de lo que España ha sido en el mundo, que no sabe ni la fecha del Descubrimiento, que igual no tiene donde caerse muerto, cuyos ídolos son el alcohol, el Ché y Maduro, que un tipo así se permita despreciar a su país, a sus símbolos, me da muchísima pena. Pena por él, naturalmente, porque se pierde este torrente de sentimientos que a uno le sobrecogen cuando observa cómo su país es reconocido como una potencia mundial, cómo en Hispanoamérica agradecen las influencias culturales que allí dejamos, o simplemente cuando uno de nuestros representantes vence en una competición de ámbito mundial.


Todos estos líderes de pacotilla que por querer ser más de izquierdas que nadie desairan a España, a su Rey y a su Gobierno no me dan más que pena. El infausto Snchz, Carmena, Iglesias, Colau, Garzón o Llamazares no inspiran otra cosa a alguien como yo porque carecen de la capacidad de emocionarse por el simple hecho de pertenecer a un colectivo que se llama España y porque, no contentos con eso, además se jactan de ello. Pues qué bien, ellos se lo pierden. 

Habrán visto ustedes sin duda la que se monta en Francia cuando simplemente alguien no entona La Marsellesa, o a Italia cantando a voz en grito su himno el día que nos eliminaron en la última Eurocopa de fútbol. Les recomiendo que busquen en youtube a la selección de Argentina de rugby en el momento de escuchar su himno. Impresiona ver a tíos de más de cien kilos con aspecto de fieras temblar como niños ante lo que consideran más sagrado. Y qué decir de los estadounidenses, de su veneración cuando suben las barras y estrellas y atrona "The Star-Splanged Banner", todos son uno, aunque el acto discurra en un estadio enorme da igual, los 70 u 80.000 se pondrán la mano en el corazón y acompañarán a SU himno mientras suena y a SU bandera mientras se alza al viento. Ya lo he escrito alguna vez, qué envidia produce ver ese sentimiento unánime de pertenencia y orgullo en un país tan joven como los Estados Unidos mientras que aquí se menosprecian esos sentimientos que no emanan sino de la nobleza y el agradecimiento de la gente por haber nacido donde lo hizo.         
 
Hay gente incapaz de amar. Está demostrado, como que hay quien no siente dolor, quien no está capacitado para distinguir los colores o quien no puede percibir los olores. Está visto que también existen personas que no pertenecen a un país, que no sienten nada por haber nacido en él. Bien. Es una discapacidad como otra cualquiera, una minusvalía, una mutilación. No es ningún desdoro sufrir una carencia, haber nacido con algún sentido atrofiado. En los tiempos actuales, la integración de estas personas es un objetivo de Estado, un irrenunciable propósito de una sociedad sana y con visión de futuro. La diferencia sutil es que los afectados por el odio a lo español padecen su enfermedad por propia voluntad, no porque la naturaleza haya sido cruel con sus mentes y cuerpos. Así que, señores y señoras, compañeros y compañeras, miembros y miembras de tan insigne colectivo, no les queda otra. A joderse.

lunes, 3 de octubre de 2016

Primer aniversario

Se acaba de cumplir un año desde que se tomó la decisión de crear este blog. Es por tanto momento de hacer un somero balance para informar a los lectores del grado de aceptación que ellos han logrado para este modesto sitio. Antes de nada, ya voy avisando que no pienso entrar a valorar los números obtenidos, en primer lugar porque no tengo la menor idea de qué cantidad de visitas es mucha o poca puesto que carezco de referencias fiables y en segundo porque no es esa la finalidad de este blog, cuyo autor está preocupado por todo excepto por hacer de él un referente del mundo mundial. Este espacio se creó exclusivamente para el uso y disfrute del redactor, que no tenía modo ni manera de dar salida a sus cuitas en los medios habituales y, por supuesto, de sus posibles lectores, fueran muchos o pocos, amigos o enemigos, dando exactamente igual su porcentaje de introducción en las costumbres cotidianas de la sociedad más cercana.

Dicho lo anterior, les comentaré a los amables seguidores que, si excluimos los meses de julio y agosto, en los que el que suscribe se ha dedicado al dolce far niente y no se ha ocupado de actualizar el blog, en los diez restantes ustedes han realizado exactamente 4.510 visitas, es decir, 451 al mes o, lo que es lo mismo, unas 15 diarias. ¿Muchas? ¿Pocas? No lo sé. Para mí, sumido en una ignorancia absoluta sobre las audiencias en estos mundos tecnológicos, no está mal. Nada mal.

En lo que se refiere a la producción, es decir, a lo que ha trabajado el autor, éste ha llegado a la aceptable cantidad de 70 artículos -el presente hace el número 71-. En diez meses nos salen 7 al mes, casi dos a la semana. No son muchos, se podía haber escrito más, en realidad a veces apetece hacerlo sobre algún tema concreto pero, para no resultar cansino o redundante, en ocasiones he pensado que era mejor no saturar el mercado. Lo que sí les digo es que no he retirado ninguno de mis escritos de la circulación, no soy persona que se arrepienta fácilmente de lo hecho, quizás sí en algún momento de lo que no llegué a realizar o de alguna oportunidad perdida por no lanzarse uno a la piscina, pero no suelo lamentarme por las decisiones tomadas. Lo hecho, hecho está. En fin, como les digo he escrito lo que me apetecía en cada momento, sin cortapisas ni censuras más allá que las que uno mismo a veces se impone. Y eso no tiene precio.

Por último, les informo que, hasta la fecha, el artículo que más éxito ha tenido es el titulado "Arde España", publicado el día 26 de mayo pasado, con la friolera de 142 visitas. Completan el podio "Hitler no queda tan lejos", del 6 de junio con 105, y "Desperdicios", del 21 del  mismo mes con 85. Por contra, el menos visitado ha sido "A los nenes no les gusta Benítez", del 23 de noviembre de 2015, el cual sólo leyeron 4 personas, cosa lógica por otro lado pues era en él muy crítico con los jugadores de ese equipo blanco de Madrid que tiene tanto dinero, cuando se dedicaban a prepararle la cama al que por entonces era su entrenador. Una relectura del mismo no vendría mal a cierto tipo de forofos. No digo más. 

Así que ustedes verán. Si les sigue gustando leer de vez en cuando lo que este tipo tiene que decir, si creen conveniente compartir con amistades, familia o vecinos las bondades/maldades del blog o si les apetece divulgar sus contenidos por las profundidades procelosas de las misteriosas e insondables para mí, redes sociales, adelante con los faroles. Y si les he decepcionado, si no he estado a la altura de sus expectativas, mis más sinceras disculpas, tampoco me creo lo que no soy. Únicamente un señor un poco mayor al que le gusta escribir y sentir que no va muy desencaminado en sus opiniones. Espero mantener las ganas al menos hasta el próximo aniversario. Hasta entonces, gracias por leerme.     

martes, 27 de septiembre de 2016

El monstruo de Sánchezstein

A pesar de lo que algunos puedan pensar, el título de este artículo no tiene nada de original. Es, simplemente, el nombre de un programa infantil de televisión de los años 70. Creo recordar que era un concurso en el que los participantes tenían que dar órdenes concretas al susodicho monstruo para conseguir puntos, pero si esas órdenes no eran lo suficientemente claras el pobre adefesio no las entendía, se ponía a hacer disparates y el niño perdía. Los personajes eran tres: el profesor chiflado, el monstruo, interpretado por Pepe Carabias, el actor que hace de patriarca gitano con José Mota y la gran María Luisa Seco, siempre embutida en sugerentes monos de diseño imposible y que hacía de secretaria y presentadora del programa.

Aquel engendro creado por los guionistas de TVE no comprendía sencillas instrucciones ni recogía fáciles sugerencias. Le decían que se diera la vuelta y rodaba por los suelos, le ordenaban que echase agua en un vaso y lo hacía poniendo el recipiente del revés, a lo Tip y Coll. Desesperaba a los chavales y causaba hilaridad en el público asistente. Ah! Y para que el mandato de los concursantes fuera atendido, debían decirle al final: "Luis Ricardo, cantidubi dubi dubi, cantidubi dubi da, ya". Un número, vamos.

El monstruo de nuestro tiempo es un partido sin norte, un muerto viviente, como Luis Ricardo, confeccionado con retales de cadáveres políticos, un sinsentido, un alma en pena, un coleccionista de catástrofes electorales desnaturalizado que provoca lástima y risa y que no causa un respeto ni imponente ni de ninguna clase. El profesor chiflado, Snchzstein, enloquecido por su mesianismo exacerbado, cegado por un ego inabarcable, seducido por la erótica del poder inalcanzado, conduce la nave hacia el naufragio haciendo caso omiso de todos los consejos, de todas las instrucciones, lleva de la mano al abismo a su monstruosa creación ignorando el tortuoso camino que deben recorrer y el final fatal que sufrirán ambos.


Vapuleado una vez más en las urnas, en dos mejor que una, por si había dudas, emprende una huída hacia adelante en la que ya sin careta, todo vale. Ni se reconocen los errores propios, ni se escuchan las opiniones de los mayores, se propicia el choque de trenes, el enfrentamiento frontal entre dos facciones que sólo puede ocasionar daños de difícil arreglo en el alma del partido y se busca, con tal de encontrar un clavo ardiendo, hasta el apoyo prohibido del separatismo, del radicalismo y del populismo chavista más vergonzante.

¿Y todo esto para qué? ¿Qué rédito espera obtener el capitán desnortado? Puede que su calendario sea aprobado, puede que incluso sea reelegido -en precario- timonel del barco, hasta es posible que se atreva a ponerse de presidente de otro monstruo, éste mucho más peligroso y voraz. Dará igual. Nunca contará con la posibilidad de contentar a los independentistas porque la Constitución lo impide. Nunca conseguirá aplacar a los comunistas, porque su propia naturaleza imposibilita comportarse con mesura y tranquilidad. Si gobierna algún día, durará lo que quiera su monstruo, y será devorado en el momento que a éste le convenga. La única explicación que encuentro para presentarse a este Vía Crucis es la económica. Habrá echado cuentas y le saldrá rentable ser presidente cinco minutos, por eso de las pensiones y sueldos vitalicios que se colocan estos tipos. 

No es que yo sea precisamente sospechoso de simpatizar con el PSOE, pero confieso que me produce cierta congoja observar cómo el navío, sin control, se dirige hacia el Cabo de Hornos y, además, en plena tempestad. No me alegro en absoluto del triste devenir de los acontecimientos porque creo firmemente que el papel de este partido, si se regenera y vuelve a ser dirigido por alguien con cerebro, es fundamental para la política patria. En fin, desde luego que lo que sí va a conseguir este pollo es pasar a la historia como el mayor desastre político que haya existido en este castigado país, que ya es decir. No sólo ha superado al bobo de ZP, algo muy difícil de alcanzar, sino que está a la altura de la morralla que en el 36 condujo a España a una Guerra Civil. Pretende construir un monstruo que, como Saturno, sea capaz de devorar a su propio hijo, es este caso a su propio país. Hay que ser imbécil o, lo que es peor, malvado y ladino. O a lo mejor le pasa como al del concurso, que sencillamente está chiflado. Pues ¡que lo encierren, cantidubi dubi dubi, cantidubi dubi da, ya!    

       

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Lo que es tener mucha jeta

Hay un tipo de personas al que admiro profundamente, entre otras cosas porque me considero incapaz de siquiera intentar aquello en lo que ellos son auténticos maestros. Me refiero a la especie de los trileros, los que tienen como profesión dar gato por liebre, como objetivo primario crear confusión, desconcierto y asombro en sus víctimas con el fin de obtener algún tipo de provecho, generalmente económico. Esa gente que tiene mucha jeta, un morro que se lo pisa, una cara más dura que el hormigón, o más cara que espalda, capaz de hacerse el cojo para quitarle el asiento a un anciano o colarse en una boda diciendo que se es amigo íntimo del hermano del novio. Esas personas que, culpables hasta la médula del derribo de un hotel que va a ocasionar la quiebra de un municipio entero, son capaces de coger un micrófono y no sólo eludir sus responsabilidades sino además echarle la culpa a todo el mundo menos a ellos sin sonrojarse ni nada. Esas damas que, no contentas con no parecer honradas ni por asomo, les importa un comino su apariencia y tratan de cubrir con sus miserias a unos convecinos atónitos sin pudor ni vergüenza algunos. Y encima a voces, como si estuvieran en una verdulería, para que se entere todo el mundo. Las admiro de verdad.

La vergüenza. Ese lastre que tantas veces impidió que uno osara entablar conversación con una chica bonita, esa pared que tanto costaba escalar incluso para pedirle veinte duros a un amigo. ¡Es que me da vergüenza! Quién no lo ha experimentado alguna vez. Pues, por ejemplo, la diputada estrella del socialismo patrio. La dulce, la amable, la cercana, la encantadora reina madre municipal durante aquellos eternos once años. Es el vivo ejemplo del rostro de cemento. Acusa a los indignos sucesores de su dictadura bananera hasta de "jartarse de grifa". ¿Será una experta? ¿Es una sustancia que ayuda a hacer PGOUS? ¿Lo sabe por experiencia o habla de oídas? ¿Les salieron tan mal a ellos por ir hasta las cejas? ¿Crece junto a la higuera o se cultiva en maceta de barro cocido? 

Dice que el actual alcalde está obsesionado con los socialistas y que cree que el Ayuntamiento está lleno de ellos. ¿Es que no lo está? ¿Los favores no se pagan? ¿Sabe qué significa clientelismo político? ¿Y empleos a la carta? ¿Le suenan las expresiones "concurso público" u "oposición"? ¿Le son más familiares las de "enchufismo descarado" o "trabajadores interinos"? ¿Quizás los "nombramientos a dedo"? ¿El "tira que libras"? ¿A lo mejor "hago lo que me sale del higo"? 

¿Se considera un ejemplo de algo o para alguien? ¿Sus once años de terror fueron acaso más suaves para los que no comulgaban con sus ideas, si es que tiene alguna? ¿Conoce lo que significa "revanchismo político"? ¿Cree que es amada por uno solo de sus convecinos? ¿Y respetada? ¿No le cuadra mejor el adjetivo "temida"? ¿Y "odiada"? ¿No es verdad que se le advirtió, incluso desde organismos controlados por su partido, de la ilegalidad de la licencia otorgada para ese hotel del que tan alegremente bromea, y usted puso su higo por delante y se pasó por ahí mismo los consejos y recomendaciones? ¿De verdad piensa que hay un solo vecino que se crea que la culpa es de otros? ¿Nos toma por imbéciles? ¿Está usted nominada para el Princesa de Asturias de simpatía y fotogenia? ¿Quizás para algún Nobel? ¿Quién se cree usted que es? ¿Una especie de iluminada tipo Maduro? ¿Por qué parece estar siempre cabreada? ¿O es que realmente lo está? ¿No practica lo suficiente eso que dicen que a uno le alegra la vida? ¿No ha dado con la persona adecuada? Y ya que se trata de una "profesional", ¿el tamaño importa?

En fin, pido perdón, que ya estoy divagando. ¿Lo ha pedido esta mujer una sola vez en su vida? ¿Sabe lo que se siente? ¿Es consciente de lo a gusto que se queda uno? ¡Ah! Lo olvidaba. La ignorancia es osada y jamás se disculpa. La propia incapacidad para comprender la transcendencia de sus actos condena a sus poseedores a carecer de la virtud de reconocer errores propios, sólo ajenos. Tienen tanto morro, tanta jeta, la cara tan dura que antes se dejarían arrancar las uñas que admitir con humildad un fallo, un solo fallo. Son perfectos. Por eso los admiro. Que lo sepan.