lunes, 19 de septiembre de 2016

Hastío

Hastío es lo que me invade al ponerme delante del teclado después de casi tres meses de vacaciones en mi paraíso particular de Llanes. No sé si es por la intensidad con la que vivimos este verano los aromas y sabores que ofrece nuestra tierra y su contraste con el brusco salto a la rutina, por ese paso del estío al invierno sin solución de continuidad que, eliminando directamente al otoño, hemos tenido que sufrir la pasada semana, en la que abrigos y paraguas han pasado a formar parte del uniforme con el que salimos a soportar las continuas trombas de agua que nos caen de repente, tras habernos tenido más de un mes sin siquiera descargar una gota. 

Puede que haber disfrutado más que nunca de mi hija y con mi hija y ver cómo el colegio me la arrebata de golpe influya en mi apatía, pero también es posible que me falte la motivación necesaria para ponerme a ello -a escribir- al volver a prestar atención a lo que sucede y encontrarme, otra vez, metido hasta el cuello en el estercolero habitual que nos rodea en este pobre país en el que están convirtiendo España. Los seguidores habituales saben que aquí, básicamente, se escribe sobre tres temas: política nacional, política local llanisca y, por supuesto, sobre mi Aleti. Y no corren buenos tiempos para ninguno de los implicados en estos asuntos. Más bien estamos metidos en el famoso día de la marmota que, como en la espléndida "Atrapado en el tiempo", se sucede una y otra vez, machaconamente, hasta ocasionar a algunos ganas de salir corriendo y no volver por aquí.

En el ámbito nacional, qué les voy a decir, que continúa el circo abyecto en el que estos payasos infectos tratan de hacer malabarismos imposibles con el único fin de salvaguardar sus fastuosos emolumentos. Unos y otros. Todos. Sin excepción. Aunque algunos intentan ser además domadores de fieras, equilibristas sin red y flexibles acróbatas al tiempo que lucen sus narices de intenso rojo pasión y pugnan por mantener una docena de platos girando en el extremo del palito sin que se caigan. Y, claro, eso es imposible. Es como el amigo pesado ese que todos tenemos que, sentando siempre cátedra, sentencia sobre cualquier tema que se le proponga como si realmente supiera de qué está hablando despreciando vilmente nuestra opinión, si es que se ha dignado siquiera escucharla. Hace tres meses vaticiné que el infausto Snchz no se atrevería a intentar de nuevo atracar a la población con intentos desesperados de trincar el poder. Parece que como vidente no tengo futuro. Ahí sigue el tío, erre que erre jugando con nosotros, riéndose de las urnas, viviendo una realidad paralela que ni existe ni es posible. Y el presidente en funciones, el que pasó de 186 a 123 diputados por culpa, básicamente, de mirar para otro lado cuando la corrupción invadía su partido, nada más escuchar cómo rechazaban su investidura, manda a Soria, otro que tal baila, al Banco Mundial de retiro envidiable en pago por los servicios prestados. Y ahora le entran las prisas con Barberá, en lugar de haber prescindido de ella cuando correspondía. ¿Les extraña el hastío?

En clave local, y más cuando uno ha formado parte de ese mundillo durante unos cuantos años, dan ganas de echarse a llorar. Qué pena, lo que pudo haber sido, lo que pudo haberse hecho por Llanes si los enormes egos de algunos/as no hubieran asesinado aquellos excelentes proyectos. Se siente una lástima enorme al pensar lo que se perdió, un grupo de gente homogéneo, sólido y capaz, luchando como una sola persona por erradicar la dictadura trevinista con trabajo, ingenio y conocimientos, y comprobar en lo que se ha convertido, cada uno por su lado, con la única expectativa de seguir cobrando un jugoso sueldo y sin tener ni puta idea de por dónde se andan. Y todavía hay quien se sorprende de que no se hayan confeccionado los presupuestos ni vaya a haber PGOU o como lo quieran llamar en esta legislatura. ¿Quién los va a impulsar? ¿La concejala del ramo? Permitan que, como Mortadelo, me despepite, me monde, me parta, me escojone...

Y de mi Aleti, pues nada, que los apandadores usurpadores y chorizos prescritos ya lo han conseguido; que el que haya llegado hasta el hastío sea el salvador, el gurú, el artífice, el dios con minúscula de nuestra religión rojiblanca. Han hartado a Simeone con sus racanerías, con sus tejemanejes y sus mentiras. "Traedme a Costa, y si no a Cavani, y si no a Higuaín". Tres opciones les daba. Le traen a Gameiro. Pide un Picasso y le dan un cuadro de los chinos. Y, aún así, conseguirá otra vez que luchemos por todo. Han conseguido que la gente se olvide de ellos y aquello de "Cerezo, queremos tu pescuezo" pase a la historia, y en lugar de preservar la continuidad per secula seculorum del artífice, le muestran la puerta de salida. Sin palabras.

Es muy posible que en mi profundo hartazgo tenga también algo que ver la dulce lectura de un libro de Rosamunde Pilcher, "Los buscadores de conchas", que estuve releyendo estas últimas semanas. Tantos días oliendo la sal del agitado mar de Cornualles, de dejar caer entre los dedos la fina arena de sus playas, de pasear por la campiña inglesa entre moras y frambuesas y de degustar tartas de arándanos y pastel de ruibarbo mientras arden unos leños en la chimenea de la salita, acaban por hacer que uno pierda la noción de lo que es la vida real que le rodea, se relaje y se olvide de turbias maniobras y se centre únicamente en disfrutar de los sentidos. Y eso, no puede ser. Porque cuando vuelves a la Tierra es peor. Te das de bruces con toda esta gente trastornada y te entra el cansancio, el hastío, el hartazgo. No me extraña que cada vez más personas sufran la depresión esa postvacacional, o como quiera que la llamen, porque lo cierto es que agota regresar a esta realidad. Le deja a uno extenuado antes de empezar porque la pregunta recurrente que se hace mil veces es, precisamente, ¿y por dónde demonios empezamos?          
   

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