viernes, 26 de mayo de 2017

Dios, las nueces y el hombre moderno

Hay un par de seguidores contumaces de este blog que me requieren con cierta urgencia para que cumpla con la obligación de un bloguero que merezca llamarse así -por Dios bendito- y haga el favor de escribir algo. Ellos, y otros fieles habituales, saben que el optimismo no es una cualidad que empape la forma de ser del titular de este sitio. El propio nombre del blog ya remite a un personaje atormentado por la soledad, el abandono, la traición, la cobardía y las puñaladas traperas. Y no es por casualidad. El mundo que vivimos me sitúa cada vez más en el extrarradio de la realidad, las acciones que se suceden me resultan incomprensibles vengan del lugar que vengan y, lo que es peor, no atisbo manera humana ni divina de que esto mejore, antes al contrario, me temo que el futuro que les espera a nuestros hijos es, cuando menos, tenebroso.   

Así que no crean que vivo aislado del mundo, de la realidad cotidiana, qué va, ya me gustaría. Lo que ocurre es que nada de lo que veo me complace, casi todo lo que el universo me ofrece me escandaliza y cada día que pasa me encuentro más lejos de aquí, aunque sólo sea espiritualmente. Claro que han pasado muchas cosas que merecen un comentario, pero uno se plantea el poder para alterar el desorden establecido que tiene y se siente tan nimio, tan insignificante, tan residual que se le quitan las ganas de protestar, de patalear o de simplemente disentir, así están las cosas de difíciles para quien tiene afición a llevar la contraria y remar contra la corriente.

Por ejemplo, he asistido a las reacciones que han seguido al atentado -uno más, por desgracia no el último- de Manchester. Me soliviantó sobremanera -y tuve que tomarme dos tilas- escuchar a Theresa May y cía. el consabido "no está confirmado que se trate de un atentado de carácter islamista". Pero buena señora, ¿quién acostumbra a despedazarse en público con el fin de despedazar a su vez a niños y adultos inocentes? ¿Quién suele asesinar indiscriminadamente en suelo "infiel"? Luego vino la "disculpa": se trataba de un "lobo solitario". Lobo sí. Solitario, en absoluto. Pero qué mierda de lenguaje banal y melifluo con tal de no ofender al hermano musulmán. Fue un atentado con todos los ingredientes del terrorismo islamista, se llamen como se llamen los instigadores. Está cometido en el nombre de Alá. Y punto. Por cierto, recuerdo a navegantes: Monedero, ese ideólogo, dejó escrito en twitter: "Que la lucha del pueblo árabe crezca en todo el continente y, como la pólvora, salte a Europa y Estados Unidos". Esto es a lo que me refiero. Y luego a este hijo de la gran puta le votan millones de compatriotas míos. No lo entiendo. 

Pregunto: ¿alguna vez, aunque sólo fuera una, han escuchado ustedes a uno de estos progres de ahora, los de salón, los que se van de mariscada mientras al hermano obrero le dan bien por ahí, les han oído condenar el trato que se le da a la mujer en Irán, por ejemplo? ¿Y en Irak? ¿Y en Afganistán? ¿Y en Arabia Saudita? ¿Saben que allí las mujeres no pueden vestir como quieren, estudiar lo que quieren, conducir, hacer deporte, no digo ya salir solas o tomarse una copa? ¿Algún valiente ha denunciado la falta de libertad de estas señoras? ¿Iglesias? ¿Errejón? ¿Llamazares? ¿Snchz? ¿Oiga, hay alguien ahí? 

Otro ejemplo, hablando de Snchz. No entiendo cómo un tipo como éste, mendaz, revanchista, rencoroso, falaz, incapaz, inmaduro, egocéntrico y cuya única aspiración es ser presidente de España a cualquier precio, vuelve a ser -y reforzado- el líder de lo que antes era un partido respetable y respetuoso, nacional y democrático. La deriva hacia el podemismo radical le va a llevar poco menos que a la extinción pero la mitad de la militancia no se entera. O sí, que es peor, ustedes ya me entienden. ¿Infiltrados? Hummm, yo sólo sé que en la guerra vale todo. Y que los de morado, lo que es en paz, no saben vivir. En fin. Aquí ya quedó escrito. Este tipo es el personaje más dañino que ha existido en la política española y aún no ha empezado a gobernar. Llámenme visionario. Llámenme alarmista.

Tampoco me he puesto muy contento precisamente cuando me he enterado que la alcaldesa de la ciudad donde nací le ha prestado al golpista-fregona una sala municipal para que el indeseable lance sus proclamas independentistas y sus amenazas al sistema democrático que los españoles nos hemos procurado. Claro que, viendo su curriculum, su defensa a ultranza de etarras y su frialdad ante las víctimas, el bagaje de sus concejales -la de las tetas al aire, el del chistecillo de los judíos- y su sempiterna "comprensión" ante las inquietudes separatistas, me doy cuenta que no se podía esperar otra cosa, con el don Tancredo de la Moncloa haciendo el idem, por cierto. Vivir para ver.

Ya saben que no soy creyente. Pero sí soy consciente de que nuestra cultura rezuma cristianismo por todos sus poros. Por eso, ni se me ocurre ofender, menoscabar o ridiculizar la fe de muchas personas respetables. Mi país está lleno de gente que sí lo hace y, lo que es peor, de quienes les jalean, de quienes se lo consienten y de quienes se lo premian. Hay que ser gilipollas. ¿Por qué está formado el 90% del patrimonio histórico de Europa? ¿Por mezquitas? ¿O quizás por maravillas arquitectónicas promovidas por la existencia de una cultura cristiana? Coño, vamos a derribarlas, o a incendiarlas, acabemos con todas ellas. Si tanto ofenden los símbolos de una religión, los destrozamos y los exterminamos y sanseacabó. Con dos cojones. Pero no. Esta gente, valga el símil desafortunado, quiere estar en Misa y repicando. 

España, al mismo nivel de EE.UU, con Japón, Alemania y Francia a la expectativa. Igual que ahora.

Todos estos progres enriquecidos por el sistema se escandalizaron muchísimo cuando la famosa foto de Aznar con Bush, aquella en la que el presidente de nuestro país se fumaba un puro con los pies sobre la mesa mientras se tomaba algo con los mandatarios más poderosos del mundo. Bien. No les digo nada ya con la foto de las Azores, con Bush y Blair, antes de la guerra de Irak donde, como ya saben, España jamás llegó a entrar en el conflicto bélico, por mucho que abrieran la bocaza los Bardem y cía. Mejor. Porque yo sostengo que no era José María Aznar quien salía en aquellas fotos sino España. Era mi país, una de las ocho potencias del mundo, respetado por los poderosos y tenido por igual por quienes ahora le ningunean y se sonrien al paso del presidente inane de turno que suframos. Para el mediocre, para el acomplejado y para el que no tiene conciencia de Estado, es mejor que estemos a punto de ser rescatados que asumir responsabilidades en la dirección del mundo moderno. Siempre ha sido así. Una vez leí una cita, creo que de Franz Kafka, que decía: "Dios nos da las nueces, pero no las parte". Y yo, me permito añadir: "Hay dos categorías de personas; los que tratan de abrirlas por sus propios medios y los que buscan que otro las parta o, sencillamente, se quedan sin comerlas". Juzguen ustedes dónde encajan los que nos dirigen. Entenderán el porqué de mi renuencia a acudir a mi cita con los lectores.        
 
EE.UU y Gran Bretaña, aliados de España. Hay quien prefiere a Venezuela e Irán...
     

miércoles, 3 de mayo de 2017

Los 4.000 del gallinero

Para el espectador neutral, ayer tuvo lugar un acontecimiento inusual en el recinto deportivo situado en el paseo de la Castellana de Madrid que suele acoger los encuentros futbolísticos organizados por el principal club que viste de blanco de la ciudad. Como todos ustedes sabrán de sobra, el equipo local logró un óptimo resultado, motivo por el cual sus seguidores optaron por no silbar a ninguno de sus jugadores, técnicos y directivos y concluyeron la noche cantando eso de "cómo no te voy a querer, si eres campeón de Europa por undécima vez" (el ordinal, en una muestra de originalidad encomiable, va cambiando en función del número de títulos que se van obteniendo).

"Lo único que pido, es que no me silben"
En la letra de esta tonada se puede encontrar la clave de bóveda que sostiene al aficionado medio de este club desde hace ya más de cinco décadas: te quiero porque ganas. Y si no lo haces, silbo, pito, pataleo y monto un pollo de no te menees. Lo único que cuenta es ganar. Si ganas, exhibo el escudo, animo, jaleo y me pavoneo. Si no, entro en modo cólera infinita y apunto a todo el que se mueve, incluso a la figura más grande que el equipo ha disfrutado en todo ese periodo de tiempo. Las cosas son así, guste o no guste. Es la pescadilla mordiéndose la cola: te quiero porque ganas, y como ganas, te quiero. Nunca olvidaré el profundo silencio que guardaban el 24 de mayo de 2014 en Lisboa, mientras su equipo iba perdiendo. Fue muy ilustrativo para alguien ajeno a esos colores.

Pero allá en lo más alto del recinto deportivo de marras, en el cuarto anfiteatro, donde un señor como yo no ve absolutamente nada de lo que sucede en el campo de juego, como mucho lo intuye, enjaulados, apartados, apretujados, cuatro mil tipos vestidos a rayas rojas y blancas, media hora después de haber sufrido la derrota más dura de la temporada, expresaban justamente lo contrario que la afición rival, que hacía tiempo que había abandonado el lugar: "jamás, jamás, te dejará esta hinchada, que en las buenas y en las malas, nunca deja de animar...". Y bien que demostraron que cumplen lo que entonan, dejándose la garganta, el sudor, la voz y las lágrimas por un equipo que, asómbrense, había perdido, no, qué digo, había sido goleado sin contemplaciones en casa del rival más odiado. Allí siguieron, hasta que no quedaba nadie en el estadio, animando, apoyando, torciendo, empujando. El resultado, es lo de menos.

Los 4.000 irreductibles

Hace mucho que desistí de explicar al seguidor rival lo que es la filosofía rojiblanca. Los que conozco, tan humildes ellos, suelen esbozar sonrisillas de condescendencia cuando observan nuestra actitud frente a la derrota. Nosotros no queremos al Atlético de Madrid porque gana. La vida no nos lo pone fácil, nuestro camino está plagado de obstáculos y es precisamente eso, el esfuerzo que se hace al intentar superarlos, lo que satisface a los aficionados. Si se gana, estupendo, maravilloso, sensacional. Pero si no, mientras en el campo se haya derramado hasta la última gota de sudor, no hay reproches. En las buenas, y en las malas.

En este blog se entendió muy bien la retirada este invierno pasado de Nico Rosberg, piloto de coches recién coronado campeón mundial que decidió dejarlo justo en la cima. Él no necesita segundas, terceras o duodécimas para confirmar lo que ya sabe: que luchó y entregó todo lo que tenía para alcanzar un sueño. Y una vez conseguido, para qué seguir. Otros continuarán jugándose la vida por más y más copas. Él ya había cumplido alcanzando lo que muy pocos logran. Y, además, luchando contra fieras a las que no les importa cómo ganar, contra una prensa dirigida que sólo encumbra al egoísta, cuyo único valor es la victoria y que hace mucho tiempo que olvidó aquello de "lo importante es participar".    

En una época de ausencia total de valores que no sean el dinero, la victoria y el liderato a cualquier precio, mis cuatro mil congéneres colgados del techo de un estadio hostil merecen un respeto imponente, un reconocimiento urgente y un aplauso elegante que debería surgir, espontáneo, desde todos los lugares donde reine el pensamiento antiguo de que no todo consiste en ganar sino, sobre todo, en esforzase por llegar a ello. Y que, aunque no se gane, es de bien nacidos ser agradecidos. Por eso, cada día estoy más orgulloso de que mi alma sea rojiblanca. Y hoy, si cabe, más todavía. Ya sé que soy muy pesado pero, gracias, papá.