Ahora que la NASA está en los medios de comunicación por cosas verdaderamente interesantes para nuestra decadente especie, hablemos de sucesos que tienen estrecha relación con ella. Jim Lovell es, pues todavía vive, un astronauta norteamericano que pasó a la historia por ser el comandante de la nave Apolo 13, la cual sufrió graves problemas técnicos durante su periplo, estando a punto de no regresar a la Tierra y negando a sus ocupantes la oportunidad de pisar el satélite. Años después, Lovell escribió un libro recreando aquel angustioso episodio que dio lugar a la famosa película de Ron Howard en la que Tom Hanks encarnaba al protagonista y cuyo "Houston, tenemos un problema", ha pasado también a la historia como una de las frases más repetidas por todo el planeta. Se da la circunstancia de que Lovell ha sido la única persona que, habiendo viajado en dos ocasiones a la Luna, nunca pudo posarse en ella y ello le produjo, según describió él mismo, un sentimiento mezcla de tristeza, melancolía, rabia y disgusto por haber perdido esa oportunidad. De hecho, su libro lleva por título "Lost Moon" (Luna Perdida), pues él se dio cuenta, cuando vio que no iban a poder alunizar, de que ya nunca podría hacerlo.
Todo esto viene a cuento porque últimamente debo sentirme yo más o menos como Lovell se sintió entonces, pero en mi caso lo que he perdido ha sido mi país. "Lost Spain", la España Perdida, sería el título que elegiría si tuviera que escribir un libro sobre la evolución de lo que ahora se ha dado en llamar "ciudadanía" en mis poco más de 50 años de trayectoria vital. O mejor dicho, sobre la involución sufrida, el triunfo de la vagancia, la desidia, el exceso, la exageración, la falta de imaginación, de esfuerzo y de ganas. La molicie, la pereza, las ínfulas desmesuradas de gente sin preparación, los quince minutos de gloria a cualquier precio, la pérdida de valores y de inteligencia, en definitiva, tanta tontería está llevando al país hacia el abismo y, para desgracia de muchos, hacia la inanición y la intranscendencia, que es aún peor. España se está perdiendo. La miro y no la reconozco. De hecho, yo ya la doy por perdida.
El artículo más leído hasta hace una semana en este blog había acumulado 142 visitas. El último, "¡Señor, llévame pronto!", lleva en algo más de cinco días, 21.127. Como lo leen. Y se da la circunstancia de que lo que narra es una falacia, una invención, una charlotada, un experimento. Quise demostrar (con éxito, por desgracia) que, en los tortuosos tiempos que corren en España, cualquier disparate enunciado bajo una supuesta defensa de la mujer tiene visos de credibilidad. Y así ha sido. La gran mayoría de los que han leído el artículo de ficción mencionado lo han tomado como absolutamente real. Después de los semáforos con falditas o las "calendarias" granaínas, muchos han juzgado perfectamente posible que una descerebrada resentida y enloquecida nos tomase a todos por tontos y se le ocurriera denigrar al "sagrado" Pericote por machista. Pero, dense ustedes cuenta, si mañana aparece la "noticia" de que van a retirar la Cruz de la Victoria de la bandera de Asturias para no ofender a sabe Dios qué hermano musulmán, se la creerían también. Porque pensarían que es posible que a algún imbécil se le pase por su deteriorada cabeza que la medida es justa y necesaria para evitar "ofender a los practicantes de otros credos", o cualquier otra gilipollez de calibre similar. Si hasta el autodenominado "club de fútbol más grande del mundo" ha eliminado de su escudo una cruz diminuta para que no se ofendan en no sé qué coño de microestado árabe...
Así que quiero pedir disculpas a quien se haya podido sentir ofendido, preocupado o simplemente haya experimentado desasosiego ante la "noticia". Y los que la creyeron no vayan a pensar que son unos incautos o unos inocentes, qué va, quédense tranquilos porque ya les digo que un gran porcentaje de lectores creyó a pies juntillas el disparatado texto. Miles de personas se asustaron, echaron pestes, se ciscaron en la "presunta" doctora e incluso, exacerbados sus ánimos por la bobada, expresaron sentimientos verdaderamente machistas que pueden comprobarse en los comentarios al artículo tanto en el blog como en las redes sociales. Porque machismo, haberlo haylo. Pero no hace falta buscarlo con pico y pala en letras de canciones antiguas, o en danzas centenarias, o en pinturas milenarias. No es necesario el calzador, mentes modernas preclaras y enfermas, para encontrar, a cada segundo, gestos, modos y maneras en los que la mujer sale malparada. No sé si se han enterado, pero en los últimos tres días, cinco mujeres han sido asesinadas en nuestro país. Así que, estúpidos y estúpidas igualitarios e igualitarias de salón, dejen de hacer el gilipollas y pónganse a ello porque les aseguro que por vestir con faldas a un muñeco o por cambiarle el nombre a un baile no van a obtener ni una miaja de credibilidad o respeto ni, por supuesto, conseguirán atenuar la violencia de género. Lo que sí podrán es llenar sus agradecidos estómagos a costa de fondos públicos lo que, por otra parte, es una práctica consustancial a cualquiera que ostente la nacionalidad española en estos tiempos oscuros. A otros tocará recuperar la cordura en nuestro país. Jim Lovell perdió su Luna en 1970. Yo, a mi querida España, esa España mía, esa España nuestra que cantaba Cecilia, ya la perdí hace mucho tiempo. Y la esperanza, también.