Mamá tenía razón, tonto es el que dice tonterías |
Para el común de los mortales que haya visto la película de Zemeckis, sin duda Forrest Gump es un personaje entrañable. Idiota, sí, retrasado, limitado, llámenlo como quieran, pero entrañable. Cómo mira, cómo se expresa, cómo ama a su manera, cómo es leal a sus amigos, cómo es fiel a su amor de juventud, a su madre, a sus compañeros de armas...Por eso me duele que en algún foro, en algún meme de esos que ahora están tan de moda, comparen al tan tenaz como miserable líder socialista conocido como Snchz con el héroe americano encarnado por Tom Hanks. Sí, por la faceta esa que tuvo en cierta época de su vida de correr sin tregua, sin un objetivo, no por llegar a un lugar determinado sino sólo por el mero hecho de darle a las piernas sin descanso, sin ningún motivo especial, sólo continuar corriendo. Dicen los chistes que me mandan que el despreciable jefe del PSOE es igual en su desmedido afán por gobernar. Como sea, de cualquier manera, a toda costa, por el mero hecho de tener el poder, sin objetivos, sin proyecto, mucho menos ganas de mejorar España, el poder por el poder, por mandar, por que le llamen presidente siendo un espantajo político.
¿Pero, me siguen a mi? |
A mi me jode mucho, vuelvo a repetirlo, que me lo comparen con el gran Forrest. Si acaso deberían hacerlo con Judas, que se vendió por 30 monedas, o con aquellos romanos que asesinaban al emperador de turno por el simple pero oneroso hecho del quítate tú que me pongo yo. Con una hiena, con una alimaña tramposa, con el doctor Frankenstein, que creó un monstruo juntando partes de cuerpos muertos aleatoriamente, como ha hecho este mastuerzo a la hora de granjearse los apoyos necesarios para seguir corriendo, es decir, para llegar al poder. Lo mismo le han servido separatistas, racistas, supremacistas, comunistas, perroflautas o servilistas sin más, es igual, todo por la Patria pero sin la Patria, creemos un engendro ingobernable y el que venga detrás que arree, que diría un castizo. A Pedro Gump, sólo le interesa una cosa: su bienestar. No es como Forrest, preocupado por sus semejantes, sea el teniente Dan, Bubba, Jenny, mamá, o su hijo. No ha tenido compañeros de armas a los que salvar el culo entre las balas y el napalm. Le importa hoy, no el mañana. Y, por supuesto, los españoles se la sudamos. Un tipo capaz de aliarse con quien quiere expulsar, minar, ejecutar y criminalizar a los que hablan castellano en España, con los que asesinaron y lo justificaron, con los que no se arrepienten del daño causado, con desharrapados sin profesión conocida más que la de trileros profesionales, con ganapanes y todo tipo de pillos expertos en quitarle hasta la camisa al que se despiste, cómo va a parecerse a un personaje que siempre estaba pendiente de quien le rodeaba, la chica, el mando superior, el amigo, el compañero. No llega ni a Forrest, cómo va a llegar a Gump.
Lo cierto es que me equivoqué. Aseguré hace tiempo que Forrest Sánchez jamás conseguiría su único objetivo en política, que es la Presidencia del Gobierno. Desde hoy, me contradice. Su tenacidad le ha llevado nada menos que hasta el cruce de caminos frente a su casa. Ahora, hay que decidir. ¿Seguimos corriendo? ¿Hacia dónde? ¿Hasta el océano? ¿Y al llegar? ¿Damos la vuelta y seguimos corriendo? ¿Intentamos surcar las aguas, como ese otro personaje que tanto odiamos? ¿Y si nos hundimos? ¿Cuándo paramos? ¿Comemos, bebemos, orinamos? ¿Y, ya puestos, gobernamos? Oiga, ¿y eso cómo se hace? Las nubes, a todo esto, son negrísimas. Su ayudante, Adriana Lastra, la que nunca ha tenido sentimiento de pertenencia (a España). Su portavoz, Ábalos, el que jamás, jamás, sostendría un posible triunfo en una moción de censura con el voto de los independentistas. Forrest Gump no sabía mentir, de hecho ni se le pasaba por la cabeza hacerlo. Estos, Pedro Gump, Forrest Lastra o Jenny Ábalos, lo hacen como bellacos. Y a sabiendas. A sabiendas suyas y nuestras. Con 84 votos no gobiernas ni tu comunidad de vecinos. Cada vez que quieran aprobar algo, hasta el color de la pintura del techo del Congreso, van a tener que buscar entre la mierda. Van a tener que mirar a derecha y, sobre todo a izquierda, taparse las narices y tragar de todo. Y ¿para qué? Para durar.
En fin, parafraseando a nuestro protagonista, tonto es el que hace tonterías. Es lo que decía mamá. Supongo que, entonces, golfo es el que hace golferías. Y guarro, el que hace guarrerías. La pena para esta gente que ahora está en el poder es que presidente no es el que hace "presidenterías". Ni gobernante el que hace "gobernanterías". Aunque en esta época en la que al lenguaje se le estira, se le dobla y desdobla, se le viola, pisotea y veja sin miramientos, quién sabe lo que estos mamelucos son capaces de sacarse de la manga. Como diría Forrest Gump, el auténtico, "aunque yo siempre iba corriendo, la verdad es que nunca pensé que eso me llevara a ningún lado". Aplíquense, pues, el cuento y hagan sus apuestas.
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