lunes, 1 de octubre de 2018

The Walking Dead

Vaya veranito que he pasado. Cada día que me levantaba era peor que el anterior. Según me despertaba y comenzaba a recibir noticias sobre cómo le va a mi país, no me llegaba más que mierda. Conociendo el percal, es decir, sabiendo quién es y qué es el inquilino de Moncloa era de esperar que el dislate, la pantomima y el descontrol gobernasen el escenario político de España, pero esto que está sucediendo rebasa cualquier predicción que el que escribe hubiera podido lanzar hace poco más de tres meses, que son los que lleva el infausto Snchz en el poder, aunque parezcan 3 años. Y fíjense que ha transcurrido el verano, ese periodo cuando prácticamente no se generan noticias porque sus señorías están de vacaciones oficiales y durante este tiempo de relax y ocio no sólo ha caído la señora Montón, sino que al jefe le han dado por todas partes a cuenta de su tesis, esa cosa llena de cortaypegas y citas sin entrecomillar, para qué, pues ya nos explicó la ínclita y sinpar Lastra -vaya jeta, señorita- que por 500 palabrillas no íbamos a montar un cirio, dónde va a parar, eso es cosa sin importancia, algo banal si la interfecta conociese la palabra, que va a ser que no. 

Sociedades fantasmas para eludir impuestos, tesis fusiladas, mentiras de todo tipo, insultos homófobos y de los otros, más impuestos sin abonar, confidencias a medianoche con policías corruptos, una mujer denigrando mujeres, oh cielos, qué horror, chanchullos, medias verdades y todas las vergüenzas a la vista, el que fuera adjetivado como Gobierno bonito convertido en un plisplas en una escombrera, en un vertedero, en una letrina. Lo que era un conjunto disjunto de estrellas de la TV, homosexuales militantes, astronautas, viejas glorias y mujeres, muchas mujeres, la mayoría puestas ahí con el único mérito de serlo, se ha convertido en una fuente de soltar mierda indiscriminadamente. De ahí salen todo tipo de deshechos, humanos y de los otros, actuaciones dudosamente éticas, directamente inmorales o incluso delictivas. Y lo curioso, lo sonrojante y lo alarmante es que no estamos hablando de los Dalton, no. Hablamos del Gobierno de la Nación, hay que poner este dato en perspectiva. En los 80 y en los 90, cuando este sistema se consolidó y se demostró de sobra su capacidad de funcionamiento, hubo problemas con los Gobiernos, claro que sí, todos recordamos los GAL, Filesa, Faisán, o más recientemente, Gurtel. Pero la sensación de la población, a pesar de que las cloacas del Estado iban cargadas hasta el borde, era de tranquilidad. No te dimitía un ministro a la semana, no se descubría que eran golfos profesionales desde antes de entrar en el gabinete. Podían actuar indebidamente, pero en general, en el contexto de su trabajo como gobernantes, más que el ministro era el Ministerio el que emprendía una dirección equivocada. Ahora no, ahora te sale una ministra de Justicia llamando maricón a un compañero, uno que dice ser escritor que elude sus obligaciones fiscales y el astronauta pringando por unos miles de euros. Y todos mintiendo a mansalva, olvidando que se les coge antes que a un cojo, pero cojos no hay en el Gobierno, que quedarían feos entre tanto bonito ¿verdad? Lo que hay es una piara de mentirosos, que se inventan estudios, plagian trabajos e inflan curriculos como el que se toma un refresco.

Ahora intentemos hacer una pirueta espaciotemporal e imaginemos el mismo escenario, idéntico, cambiando únicamente un dato: en lugar de que el protagonista de este bochorno sea el PSOE, pongamos que este Gobierno fuera del PP. ¿Lo vislumbran? ¿Ven el linchamiento diario del gorila de la sexta? ¿Visualizan los terribles titulares de El País exigiendo dimisiones? ¿Y a Escolar echando espuma por la boca llegando al paroxismo entre insultos a todo lo que no sea sospechoso de izquierdismo barato? Seguro que sí. Es un ejercicio sencillo, dado el escenario mediático absolutamente corrupto y viciado que nos ha regalado Soraya. Y ya puestos, demos un paso más: imaginemos que la ministra que ha llamado maricón -cariñosamente, eso sí- a Marlaska y afirmado que prefiere mil veces trabajar con varones, milita en el Partido Popular. Escuchemos los posteriores bramidos, alaridos, insultos y descalificaciones de los llamados colectivos LGTB y todo tipo de feminazis y palmeros adjuntos. Observemos cómo es apaleada, lapidada, linchada y, finalmente, muerta en la hoguera a fuego lento. La dimisión hubiera sido poco castigo ante tamaña vejación para el alegre y vivaracho colectivo. ¿Lo ven, verdad?     

Eso sí, a los chicos y chicas bonitos y bonitas luego no les preguntes por los Presupuestos, por la mayoría popular en el Senado que tanto les incomoda o por el follón con los coches diesel. Ni puta idea de por dónde andan. Tú pregúntales por Franco, por el Valle de los Caídos o por la Memoria Histórica falseada a conveniencia. Por Venezuela, Cuba o la reformita de la Moncloa, una bagatela de medio millón. Por los modelitos, a poder ser rojo sangre, por la cuota femenina o feminoide, por los transexuales y sus derechos o por la libertad de los golpistas presos. Por cuestiones de fondo, sobre lo que es o deja de ser una Nación, sobre justicia y protección de los castellano parlantes en Cataluña, por su silencio cobarde ante las agresiones racistas a policías del Estado en esa misma región, por consentir una TV casi anarquista entregada a los podemitas y por los escombros, deshechos y detritus que expulsa por todos sus orificios un Gobierno basura, no. Eso es pecata minuta, un mal menor. Lo que hay que aguantar, el precio a pagar por permanecer al frente de un Gobierno títere, zombi, fantasma. Desde la escombrera, el vertedero o la letrina, sólo se pueden vislumbrar deshechos. Sí, un Gobierno deshecho, descompuesto, sonado. The Walking Dead, vamos. Un auténtico cadáver a la búsqueda de su tumba. Mientras la encuentra, permanezcamos atentos al próximo episodio, a ver qué miembro pierde. ¡Qué nervios!

      

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