martes, 19 de abril de 2016

Tiempo de silencio

Dirán ustedes que menudo bloguero estoy hecho, escribiendo de Pascuas a Ramos, sin disciplina alguna y con más lagunas que la memoria de un podemita. Que después de haberles atiborrado de artículos más o menos políticos ahora me tire semanas sin rozar siquiera ningún asunto de la actualidad más candente en la que se está decidiendo nada menos que el futuro de España. Y tendrán razón, aunque sólo en parte. Porque lo que pasa cada día en este castigado país nuestro, no merece siquiera ser comentado las más de las veces, por ser acontecimientos vanos, inanes, vacíos de contenido, un conjunto de brindis al sol, mentiras descabelladas y propuestas lunáticas que configuran un tétrico panorama ante el que lo más sensato, antes de empezar a proferir exabruptos malsonantes, es permanecer callado.

Sí, es tiempo de silencio, si me permiten plagiar descaradamente el título -sólo eso- de la gran novela de Luis Martín Santos. Es tiempo de ver, oír y callar. De asistir impávido al discurrir de la historia sin manifestarse, abrir los ojos desmesuradamente como no dando crédito ante tanta estulticia y, como dijo alguien, permanecer callado aunque piensen que eres bobo, antes que abrir la boca y despejar definitivamente las dudas, como hacía continuamente el sin par Zapatero, por ejemplo. Más nos vale ser dueños de nuestros silencios, -que dijo otro sabio- que quedar para siempre esclavos de unas palabras precipitadas. Es tiempo de resistir el embate de las mareas populares, de aguantar desde las barricadas el asalto al Estado de Derecho y guarecerse bajo techo, a ver si esto termina por escampar.

Tiempos de desesperanza, de descrédito, de salomonismos infundados, de ver a la incultura del brazo del desparpajo, de miserables sin bagaje alguno que pretenden dirigir el cotarro, de émulos de los hombres más totalitarios que sobre el planeta han vivido que se autodenominan demócratas, una palabra prostituida hasta la náusea pues lo mismo cobija a un ayatollah iraní que al simio venezolano, a los Castro de Cuba que a cualquier régimen comunista ya extinguido en nuestra memoria pero nunca en la suya. Tiempos en los que, de tanto mirarse el ombligo, algunos ya no ven llegar el futuro tenebroso que acecha y coquetean como damiselas ridículas ya entradas en años con bellos púberes barbilampiños acostumbrados a llevarse en prenda hasta la sangre de la doncella. 

Dicen que en España habrá elecciones generales de nuevo en junio. Puede que sí, puede que no. En caso afirmativo, puede que la escena no varíe demasiado tras los resultados. Y entonces, ¿otras elecciones en diciembre? ¿Entramos en un bucle de campañas y comicios ad infinitum? Y si la respuesta es no, ¿quién nos gobernará? ¿En manos de quién depositaremos nuestro futuro? Como ven, ante semejante tesitura, es mejor callar. Tomarse un tiempo para poner en orden las pocas ideas que tengamos claras, encomendarse a Dios o a la fortuna, según sean las creencias de cada uno y rezar lo que sepan los primeros y confiar en que el destino sea benévolo los segundos. Que, dadas las circunstancias, no es poco.  


2 comentarios:

  1. Es un libro magnífico.
    Efectivamente estamos en un tiempo de incertidumbre para todos y por ende para nuestra querida España.
    Ojalá Nos ilumine el de arriba, porque los de abajo nos van a dejar ciegosun abrazo

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  2. Gracias por tu apoyo, Amador!!! Un abrazo y suerte!!!

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