miércoles, 18 de mayo de 2016

El hombre pacífico

Desde que le dejaron salir de la cárcel, anda el proetarra Otegui de procesión incesante por cualquier foro que se le ofezca que, para vergüenza nacional, no son pocos precisamente. Estando como estamos metidos hasta el cuello en un estercolero político como no se recuerda desde 1935, ya no resulta extraño nada de lo que sucede ni en torno al desgobierno central ni en lo que rodea a los separatismos rampantes que luchan por partir el Estado por varios lugares. Del escenario que nos espera el próximo junio, prefiero no decir nada más porque ya está todo predicho: entraremos en bucle y, si algún espabilao no lo remedia, en diciembre nuevas elecciones y así hasta que el Frente Popular se deje de chorradas y asuma el poder juntando todas sus siglas.

Pero alrededor de la pista central, en este circo en el que han convertido España aparece, de vez en cuando, alguna noticia que te toca el corazón, tus sentimientos, tu yo más profundo y te rebelas, te da asco ser español, te avergüenzas de tus compatriotas y te dan ganas de exiliarte con prontitud no más cerca de Tayikistán, antigua república soviética más asiática que europea y que se encuentra, por decirlo así, en el culo del mundo. Todo esto me ocurre hoy mientras leo que el etarra confeso Arnaldo Otegui, convertido poco menos que en un héroe revolucionario ídolo de cualquier separatista o descamisado que pase por aquí, ha sido recibido con honores por todo el mundo en el parlamento de Cataluña. La presidenta de la institución, una independentista de la amalgama esa de Juntos por el Sí, el presidente-fregona, la marrana de las CUP, y la madre que los parió a todos han perdido hoy el culo y la decencia agasajando al criminal durante su visita a la región.
 
Se me revuelven las tripas al comprobar cómo un tipo que jamás ha condenado ni un solo atentado de ETA, es más, que fue capaz de participar por acción u omisión en más de un asesinato de los abertzales, un elemento de lo más perverso que ha parido la raza humana, que justifica la matanza de casi mil personas, la mutilación de otras muchas, el tiro en la nuca, la bomba lapa y el coche bomba, un desgraciado como ese, ahora resulta que es un hombre de paz, Iglesias dixit. Un tío como para ir a tomar unos vinos, un político cojonudo, una persona dulce y jovial. Eso parece que quieren hacernos creer, cuando es un ser vil, cobarde, criminal y miserable hasta la náusea. Un tipo que jamás ha pedido a los asesinos que se arrepientan, que ha sido él mismo incapaz de musitar una disculpa hacia los miles de agraviados que tuvieron que exiliarse del País Vasco antes de que los mataran. Pues este señor, escúchenlo bien, es un gran político y un hombre de paz del que debemos estar orgullosos.


Pues muy bien. Que se acabe con la honradez y la decencia, que triunfe la injusticia y el rencor, que campen a sus anchas el odio y la venganza. Todos ellos valores maravillosos con los que la convivencia será estupenda y chachi piruli. Claro, mientras no les lleves la contraria. A ver quién se atreve a impedir que este malnacido, henchido y crecido gracias a todos estos incautos, se presente a lendakari. Y de ahí al derecho a decidir, la autodeterminación y bla, bla, bla, no sólo del País Vasco sino también de Navarra, no lo olviden. Y si no, nos enfadamos y, como Bud Spencer y Terence Hill, nos ponemos a repartir hostias como panes. Y en ese plan, imagínense, cualquiera le da la espalda al hombre pacífico y a sus secuaces. Como para fiarse. En fin, perdónenme si les place, pero hoy es un día muy triste, otro más, el vaso empieza a llenarse y uno a estar hasta los mismísimos huevos. Por desgracia, no puedo escribir otra cosa. Yo pidiendo perdón y el otro riéndose de nosotros. No, si no me extraña...        

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