domingo, 4 de junio de 2017

La tercera ley de Newton

Lo adelanté en este mismo sitio hace nueve días; el salvaje atentado islamista de Manchester no será el último cometido en el nombre de Alá en Occidente. No soy adivino, no dispongo de una mágica bola de cristal, no disfruto del don de predecir el futuro, ni siquiera soy más listo que usted, lector que aguanta estas líneas porque está harto de las gilipolleces melifluas y blandengues que le ofrecen otros medios políticamente correctos. Simplemente deduzco, una vez observado atentamente el sombrío panorama que nos envuelve, que una sociedad en descomposición permanente y sin memoria ni cultura a las que agarrarse es adversario fácil y asequible para que los siervos del profeta, los tarados de Oriente, los asesinos en nombre de no se sabe qué justicia divina golpeen una y otra vez alcanzando sus cuotas de sangre y vísceras, esas que, no lo olviden jamás, el propio Corán exige derramar a costa de todos aquellos que no profesemos esa abyecta forma de entender la fe, pues todos entramos directamente en la categoría de infieles y, por lo tanto, de asesinables.     

Esto sí, la Navidad no. Ecuanimidad
Ayer, en Londres, -mañana puede ser en su ciudad, no se crea a salvo en ningún sitio, por pequeño que sea- unos secuaces de Mahoma, desprovistos de cerebro y por tanto de escrúpulos, se adhirieron a esta nueva moda tan provechosa para sus intereses y tan barata para sus bolsillos como es pillar un vehículo y lanzarse a mil por hora contra los viandantes, igual da que sean o no infieles o que se trate de mujeres y niños que pasean tranquilamente por la ciudad y, de momento, se han cepillado a 7, dejando más de 40 heridos, muchos de ellos irrecuperables, otros que quedarán tullidos físicamente para siempre y la mayoría tocados psicológicamente para el resto de sus días. Es decir que, de una tacada, unas cincuenta familias inocentes han visto sus vidas jodidas para siempre, eso sí, en el respetable nombre de Alá. Y Snchz y los de Podemos, felicitando el Ramadán a los amigos musulmanes, mientras por el camino nos cargamos a los Reyes Magos, a la Santísima Trinidad y a la madre que nos parió, si hace falta. (Aquí pongan los interrogantes que deseen o una cara de esas amarillas con los ojos muy abiertos, la que parece como que no entiende).
 
Definitivamente, son ganas de hacer el gilipollas


Se estarán preguntando, con todo el derecho además, a qué coño obedece el absurdo título de este artículo, si no hago más que despotricar contra el moro amigo. Se lo explico. El gran físico inglés, fallecido precisamente en Londres, enunció hace casi trescientos años las tres grandes leyes de la dinámica. La tercera, también conocida como "ley de acción-reacción", dice que "con toda acción, ocurre siempre una reacción contraria y dirigida en sentido opuesto". Este principio se cumple siempre en la naturaleza. Por ejemplo, si usted le da un puñetazo a un islamista en todo el hocico, inmediatamente experimentará un dolor en su mano igual al causado al siervo de Alá. Acción, reacción. Lo entienden hasta en Primaria. Pero no la clase política, la de aquí y la de Londres, y la de Alemania y la de las Quimbambas. Estas observan cómo los amables musulmanes actúan -nos matan- pero no reaccionan y, si lo hacen, la fuerza empleada no es, ni mucho menos, igual o del mismo tamaño que la ejercida por los simpáticos chicos tocados con turbante y chilaba.

Este caso es único en el Universo y, al ir contra una ley física irrebatible, está provocando un revoltijo, un caos, un despiporre que está desconcertando hasta al propio Newton, que cualquier día regresa del más allá a llamarles la atención a estos políticos bobalicones y absurdos que, por no ofender, fíjense, por no molestar a la Bestia, andan con pies de plomo a la hora de calificar las barbaridades que en nombre de un dios menor se cometen en nuestros territorios. Todavía acabo de leer, quince horas después de los atentados de Londres, que "no está confirmado que sea un ataque coordinado y que haya más implicados". Me descojono. Bueno, no, me cisco en sus entrañas, me hago muy mala sangre y me abochorno de pertenecer a este llamado mundo occidental civilizado. 

Un simpático amigo musulmán
Como sin duda deducirán, de existir por estas lúgubres fechas, Newton sería un infiel y un hereje y, por supuesto, claro candidato a ser eliminado por estas hordas de nuevos bárbaros. Y el haber enunciado una ley que va contra la actividad de estos muchachos no hubiera hecho sino empeorar las cosas. Occidente, la Unión Europea, con o sin Brexit, lo mismo me da, que se permite presumir de líder del mundo, está sometida a lo que quieran hacerle unas docenas de salvajes asilvestrados que actúan en nombre de un estado fantasma situado a miles de kilómetros y respaldados por una fe repetidamente erradicada de Europa como la peste por alguna misteriosa razón. Yo, que como saben soy un iluso, todavía espero que honren a don Isaac y hagan que se cumpla la tercera ley. Mientras tanto, y perdonen que de nuevo me las dé de adivino, a esperar la próxima carnicería. Y, siento decírselo, pero vaya espabilando, porque el enemigo está en casa y la siguiente le puede tocar a usted. Vaya que sí.            

3 comentarios:

  1. Genial cono siempre, lo publicaré en mi facebook con tu permiso, a ver si dedican tres minutos en leer tu texto, mis "vagos amigos". ��

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Gracias, con mucho gusto. Aunque alguno diga otra cosa, se escribe para conseguir difusión, siempre está ahí el orgullo personal de que le lean a uno. Sobre todo cuando lo hace por amor al arte.

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