Después del apocalipsis que predecían las desdichadas encuestas, esto parece calma chicha. Hay que ver cómo son las cosas, que se pueden dar la vuelta en menos que canta un gallo y el que se veía salvador de los que él denomina "la gente" abandona la escena con el rabo entre las piernas y por una puerta lateral. Afortunadamente, en esta vida existe la relatividad, una evidencia que deja en mal lugar al santón, al soberbio, al acostumbrado a ir de perdonavidas con media sonrisa en la cara y el puñal escondido tras la curvada espalda. Supongo que la poca experiencia en política puede disculpar unas cuantas sentencias emitidas desde el convencimiento de una superioridad que la realidad se ha encargado de dejar por los suelos.
Y ya que hablamos de encuestas, riámonos un poco de los que las hacen, las manejan, las interpretan, las cocinan y finalmente nos las sirven frías y desacertadas, muy desacertadas. Pobres gentes, qué trabajo más ingrato para el que lo realiza. Sobre todo para los que elaboran las que se ha dado en llamar "a pie de urna". Las personas preguntadas se divierten con ellos como si fueran juguetes, les mienten a conciencia y les hacen quedar como estúpidos una y otra vez. No dan ni una. En estas elecciones se hicieron dos encuestas, que yo sepa. Con leves diferencias entre ellas, coincidían en otorgar al PP sobre 120 diputados, pronosticaban una paliza tremenda de Podemos al PSOE, del orden de 90 a 80 escaños a favor de los morados y apuntaban a un hundimiento de Ciudadanos mucho mayor. Ambas predecían una "amplia mayoría" de la izquierda. Y lo grave no es que no dieran ni una, sino que hace seis meses pasó lo mismo. Ante semejante fracaso y en lugar de largarse urgentemente a Vanuatu, el presidente de una de esas empresas dice que "hay que investigar en qué nos equivocamos". Así, sin bicarbonato ni nada. O sea, que no tienen ni puta idea de si el método utilizado funciona, si no lo hace en qué falló, y ahora pretenden "investigar" las investigaciones y sacar conclusiones de ello. Suerte, amigos. La van a necesitar. Y muchas gracias por hacer que el personal, en estos tiempos difíciles, tenga con qué partirse la caja un rato. Son ustedes de traca.
En cuanto al resultado verdadero, el acaecido en realidad y no el deseado por alguna de estas compañías encuestadoras y por más de una cadena de televisión, deja a Rajoy en una
posición mucho mejor que la de hace seis meses. De hecho creo que va a gobernar y pronto, porque me da que esta vez el infausto Snchz no se atreverá a autoproclamarse candidato, ni líder de la izquierda ni siquiera a postularse para presidente de su comunidad de vecinos. Con 52 diputados menos que el ganador, cinco menos que en diciembre y perforando una vez más el suelo del PSOE, me parece que ni su osadía proverbial ni su altanería incontenible le empujarán esta vez a intentar impedir un Gobierno estable para nuestro país. No sé si Rivera se sumará al PP o seguirá con sus juegos florales que le hacen perder votos a chorros en cada convocatoria electoral, a lo mejor con una abstención de todos los mencionados es suficiente. Aunque si en realidad tuvieran altura de miras y les importase algo el país, se sumarían a un acuerdo de Gobierno a la voz de ya y se pondrían a trabajar en lugar de seguir perdiendo el tiempo. No confío en ello, pero tampoco creo que se atrevan a poner palos en las ruedas.
Y del populismo, qué les voy a decir, pues que me alegro por ellos. Tanta sonrisilla de superioridad, tanto mensaje turbio, ahora soy moderado, ahora comunista, ahora soy chavista, ahora me lo callo, tanto juego con las encuestas, con las redes sociales, con lo que la "gente" quiere oir, que si cara amable, que si todos enfadados...Hostia de campeonato. No se puede ser radical y socialdemócrata al tiempo y la "gente" lo sabe y no traga. Como dijo Lincoln, "puedes engañar a todo el mundo un tiempo, puedes engañar a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo". La pólvora ya la descubrieron los chinos hace milenios. Aunque he de confesar que una de las cosas que más placer me ha producido últimamente es ver la carita de Iglesias en su comparecencia coral de ayer por la noche y escuchar el reconocimiento de su fracaso. Al menos es de agradecer que asuman los errores, algo que otros continúan sin hacer aunque obtengan resultados ridículos. Sólo un apunte; González, 1982, 202 diputados. Snchz, 2015, 90. 2016, 85. Sólo lo recuerdo, por si alguien lo ha olvidado. Ese alguien también debería echar la vista atrás, tirar de hemeroteca y observar que, en 2000, Almunia dimitió tras alcanzar sólo 125 diputados. Y que hace 5 años, Rubalcaba siguió idéntico camino tras llegar a los 110. Son datos, números, fríos guarismos que a unos no les dicen nada y a otros nos lo revelan todo. En fin, a todos estos, a los derrotistas que intentaron la regeneración del frentepopulismo en España, y ya que estamos con Lincoln, les recordaré una de sus máximas más célebres: "un pueblo que ignora su historia, está condenado a repetirla". En mi anterior artículo sobre el Brexit concluía esperando que alguien tomase nota de lo ocurrido allí. Afortunadamente, ha resultado que no somos un país de ignorantes. Qué alivio.
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