Primer punto para el populismo. Los británicos han votado marcharse de la Unión Europea por una razón, básicamente, de racismo, de xenofobia. Ellos hablan de independencia, pero todas las encuestas nos dicen que a la gente la han intoxicado como se intoxica a todo aquel que participa en una guerra interna entre compatriotas; tocando la fibra sensible del asunto de la nacionalidad, de la pertenencia a un país, del odio a lo dudoso, al de fuera, a la inmigración. Sí, no nos engañemos. Los principales agitadores favorables al Brexit esgrimieron como razón fundamental para pedir la salida de la UE la -a su juicio- excesiva cantidad de inmigrantes que viven ahora mismo en Gran Bretaña. No quieren más extranjeros, ni más refugiados. Quieren ser ellos los que decidan quién entra y quién no. El famoso derecho a decidir. Vamos, lo mismo que plantea Iglesias para Cataluña, País Vasco y Galicia. Pero no se debe perder de vista que puede salir cruz y entonces ¿qué? Que se lo digan a Cameron.
Es muy poco probable que haya existido un líder político más estúpido que David Cameron. Sin ninguna posibilidad de obtener de ello réditos políticos, este visionario se empeñó en ponerse a convocar votaciones rompedoras, cuyo efecto podía ser devastador. Se libró por los pelos con Escocia, pero el tío apostó doble o nada y decidió arriesgar el país entero y su estabilidad al plantear la salida del Reino Unido de la Unión. Ha salido cruz. Y este imbécil ha provocado, además de su suicidio político que es lo de menos, el hundimiento del sistema económico de su país y de parte de Europa, provocar una incertidumbre inédita desde la Segunda Guerra Mundial en todo el continente, y lo que es más grave para los británicos, el repunte de los nacionalismos exacerbados en su territorio. Sí porque justo Escocia e Irlanda del Norte eran los principales bastiones que defendían la continuidad en Europa, condición indispensable para seguir conformando la actual Gran Bretaña. Ahora, al estar fuera de la Unión, tanto los escoceses, que ya están exigiendo un segundo referéndum para abandonar el Reino como los irlandeses del Norte, que quieren unirse al resto de su isla que sí continúa en la UE, van a ocasionar tremendos dolores de cabeza al sucesor del infausto Cameron a partir de octubre.
Y no olvidemos que este insensato no ha provocado sólo un terremoto en el Reino Unido. El seísmo que ha ocurrido allí ya está trayendo un amenazador tsunami sobre la Europa continental. No han pasado ni tres horas desde que se conoció el resultado del referéndum y los extremistas de todo pelo que pululan por el resto de estados de la Unión ya están lanzando mensajes secesionistas y de salida de la UE. Le Pen en Francia está ya exigiendo también una votación y en Holanda se dice adiós a los inmigrantes en las redes sociales con frases auténticamente racistas. Aquí les recuerdo que Podemos propugna la salida del euro...
Es muy fácil prometer cosas en política. Pero las elecciones, las votaciones, los referéndum los carga el diablo y si no se tiene todo controlado, pasan estas cosas. Que te sale el tiro por la culata y mandas a tu país a los infiernos. Exactamente lo que los populistas extremistas quieren para España. Derecho a decidir. Derecho a escindir. Derecho a separar. Derecho a partir. Y luego, cuando pase lo que no podía pasar, ¿qué?
Porque al final todo esto es un teatro montado por los políticos. Cameron apoyaba quedarse en la Unión, pero su máximo rival dentro de su partido, el excéntrico Boris Johnson -¿le han visto la pinta?-, defendía justo lo contrario. Pero no por convicción, sino porque ahora va a descabalgar a su rival y, muy posiblemente, en otoño sea primer ministro. En España pasa lo mismo. Cuando los políticos empiezan a hablar de referéndum, de derecho a decidir o de secesión, las encuestas reflejan porcentajes de fractura total entre dos bandos casi idénticos en número de militantes y los separatistas aumentan hasta más o menos la mitad del censo. Cuando abandonan el asunto y los mensajes secesionistas dejan de aparecer en la prensa, como ha pasado en el País Vasco desde el fracaso de Ibarretxe, el porcentaje de los que se quieren marchar no llega ni al 20%, es decir, prácticamente se convierte en residual. ¿Dónde se suele votar a favor de salir, de la escisión, de la separación? En el medio rural. Tanto en Gran Bretaña como en Cataluña. La incultura, la falta de formación y el miedo a lo desconocido siempre ayuda decisivamente a este tipo de disyuntivas. Muchos lo sabemos. Parece que Cameron no. Heredó un Reino Unido. Deja un país partido en dos, o en tres, o en cuatro. Alguien debería tomar nota. Sobre todo de cara al domingo.
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