No, no han leído mal. Tampoco he sido víctima de un patatús cerebral que haya mermado mis ya de por si escasas facultades mentales. Y mucho menos he cambiado de opinión sobre lo que representa para el país la existencia de Podemos y sus líderes, que no son sino una lacra, un motivo de vergüenza para nuestra especie y un desdoro para la política. Lo que ocurre es que, una vez escuchado el torrente de disparates, sentencias demagógicas y guiños al separatismo radical que emitió ayer en el Congreso, he podido extraer varias afirmaciones del señor Iglesias -por llamarle de alguna manera- con las que estoy absolutamente de acuerdo. Como lo leen.
Algunos han considerado como "exabrupto inaceptable" aquello que afirmó el coletudo diputado al decir que "en esta Cámara hay más delincuentes potenciales que fuera". Cospedal le llamó a voces sinvergüenza, Rivera fue menos delicado y optó por un sonoro "vaya gilipollas". Sin llevarles la contraria lo más mínimo a sus señorías en lo que se refiere a sus juicios de valor sobre la persona que ocupaba la tribuna de oradores, sí que disiento abiertamente acerca de la consideración que sus palabras merecen, pues aunque parezcan lo contrario, son una verdad como un templo, ya que de Iglesias hablamos. Por supuesto que hay delincuentes potenciales en el Congreso, y unos cuantos, no crean. No olvidemos que potencial es un adjetivo que, utilizado como lo hizo el líder podemita, significa "que pueden serlo en el futuro, aunque aún no lo sean". Y no hay nadie que se adapte a esta sentencia mejor que los 71 miembros de esa formación. Porque son personas que no aceptan las leyes en vigor, que incitan al odio y a la violencia en la calle, que se saltan las normas de convivencia e higiene -no sólo democrática- y que llaman a la algarada, a las barricadas y, si me apuran, como el verdadero Pablo Iglesias, el fundador del PSOE, incluso a la agresión personal a los políticos y simpatizantes de la derecha. No creo que pueda estar más claro tras escuchar a esta gente, que se sientan en el hemiciclo, al menos, 71 potenciales delincuentes.
También estoy de acuerdo con la manida sentencia, muy empleada y manoseada por el cabecilla morado, que se refiere a que "el tiempo pondrá a cada uno en su lugar". El pobre Hernando también la empleó hasta la saciedad en su intervención pero hablando de cosas ya sucedidas, a las que concedió una interpretación en ocasiones y, como mínimo, muy optimista. Pero Iglesias hablaba del futuro. Por supuesto que el tiempo da y quita razones y coloca a cada uno donde se merece. De hecho, a su formación ya la va poniendo con las orejas tiesas y la mano en el cinto ante los cada vez más menguados resultados que va obteniendo en las sucesivas convocatorias electorales. Y estoy convencido que, al correr de los años, acabará siendo algo residual, como un excremento rebelde que se va por el desagüe tras verse uno obligado a tirar varias veces de la cadena. En efecto, ciudadano Iglesias, ya verá cómo el tiempo le pone en su lugar. En otro lugar, por supuesto, no intentando coaccionar a un país desde un púlpito al que subieron hombres ilustres cuya memoria mancilla usted cada vez que abre la boca. España, mal que les pese a su señoría y a sus acólitos, no está dispuesta a una revolución bolivariana que distribuya miseria entre los ciudadanos, por mucho que se empeñen. Ni ahora, ni nunca. Ya lo verá, con el tiempo.
Por último, no estoy menos de acuerdo con el diputado extremista cuando asevera que "el orden reina en Madrid" y que "el PSOE está más cerca del PP que de Podemos". Hombre, es de esperar que el hecho de que por fin haya Gobierno, que dejen de reinar la anarquía y el desorden sea algo que alegre a quien -se supone- trabaja por hacer un país mejor en todos los sentidos. Y que, si de una vez los socialistas han sentado la cabeza y entrado en razón tras la zozobra provocada por insensatos del calibre del infausto Snchz, su partido se alinee en el bando de los que respetan la Constitución, las leyes y las normas, la unidad de España y el buen funcionamiento de las instituciones y deje de navegar por las aguas del populismo facilón que, entre otras cosas, le ha llevado a la ridícula cifra de 85 diputados en las Cortes, resultado inédito y más que calamitoso que tanto satisfizo a los antisistema. Así que sí, en todas estas cosas estoy de acuerdo con el "señor" Iglesias. Que conste.
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