miércoles, 12 de diciembre de 2018

Mintiendo bajo la lluvia

El cocinero, aunque más parece el fraile
Esta vez no podrán achacarme haber caído en la precipitación. Hace ya diez días que se celebraron las elecciones andaluzas y todavía no había dicho esta boca es mía. Ni a favor de los partidos de la derecha vencedora ni en contra de los líderes del clientelismo, el amiguismo y la corrupción más grande que ha soportado ente autonómico alguno en los 40 años de democracia, esa izquierda disfrazada de cacique todopoderoso que ha repartido prebendas día tras día durante los últimos 36 años en aquella tierra sureña tan maltratada históricamente por sus nefastos dirigentes. Y, -esto último ya si roza lo milagroso-, por si lo anterior no tuviera mérito bastante, aún no había salido a despedazar al inefable Tezanos, aunque es lo que debería haber hecho desde el minuto 1 después de conocer los verdaderos resultados de los comicios. 

Lo que Tezanos deseaba...
Pero todo en esta vida tiene un límite, y el mío con este tipo ya ha llegado. Le he otorgado generosamente diez días para ver si tenía la honorabilidad de salir a disculparse, a pedir perdón a los españoles por habernos mentido como un bellaco con sus sondeos recocinados hasta la calcinación absoluta e, incluso, de dimitir. Qué va. No ha hecho ninguna de estas cosas, por supuesto. Ingenuo de mi, pensar que un elemento puesto ahí a dedo sin la menor cualificación, únicamente por su militancia política en el partido que sostiene a Snchz, iba a tener la hombría de renunciar tras el ridículo espantoso de sus predicciones torticeras, pues estaría bueno, si nadie dimite en esta jaula de grillos en que han convertido el país, ni una ministra de Justicia homófoba, ni un ministro de Ciencia que defrauda a Hacienda, ni tampoco un juez venido a ministro de Interior que justifica las algaradas de los mastuerzos de los CDR en Cataluña, qué coño voy a dimitir yo, se habrá dicho el interfecto. Y con toda la razón.

...y la dura e inexorable realidad
Supongo que sabrán que este tío, con todo el morro que se puede tener en esta vida, había "pronosticado" 47 diputados para el PSOE. Obtuvo 33. Y para VOX dejaba las migajas, 1 escaño y gracias. Al final, fueron 12. Entre las predicciones tipo bruja Lola de Tezanos y los comicios no crean que transcurrió una eternidad ni que sucedieron varios cataclismos mundiales mientras tanto. En cuestión de un par de semanas, la "opinión pública" dio un bandazo de no te menees y varió sus gustos de carne a pescado en un santiamén. Y lo peor no es que los errores de la "encuesta" sean de campeonato, lo peor es que tratan de justificarlos de cualquier manera tomando a los españoles por tontos del tó. Eso es con lo que no puedo. Vale que la cagues, ya sea por incompetente, por tonto, por tendencioso o por las tres cosas a la vez. Pero que me lo vendas como un "cambio de tendencias" o alguna jerga técnica similar, como si el público asistente fuera deficiente mental, lo llevo muy mal.

Tezanos. Qué pena cuando tu nombre lo compartes con un vulgar ratero
En fin, qué más se puede decir de un mendrugo como éste. Por ejemplo que Tezanos es un término indefinido, no significa nada, ni siquiera aparece en el diccionario, excepto que se trata de un encantador pueblecito cántabro perteneciente al municipio de Villacarriedo. Si se apellidara Tenazas imaginen los chascarrillos que podríamos disfrutar en estos tiempos de memes y de memos. Si fuera Tazones, además del plural de tazón, recipiente semiesférico y generalmente sin asa, nos recordaría al precioso pueblo asturiano donde desembarcó Carlos I -que no V- a principios del siglo XVI en su primera visita a España. Pero no, tiene que ser Tezanos, para desgracia de sus 396 habitantes, que están sufriendo todo tipo de burlas y befas como consecuencia de las disparatadas encuestas del homónimo.

Dixie defendiendo a Jinks...lo que hay que ver
Y a todo esto en el Senado, los grupos de la oposición han preguntado por el pollo éste, a ver si va a asumir algún tipo de responsabilidad. ¿Saben quién ha salido en su defensa? La de Dixie y Pixie, la insigne lingüista Carmen Calvo, a la sazón inaudita vicepresidenta del Gobierno. ¿Se ha disculpado? No, qué va, ha acusado a los que preguntaban de mil y una cosas, entre ellas seguro que de "fascistas", eso que no falte. Y ha mentido. Si Tezanos miente, no va a ser menos la ministra. Ha mentido tres veces, como Pedro -el santo, no su jefe, que éste le supera con creces-. Primero dijo que el PP nunca había ganado unas elecciones en Andalucía. Falso. En 2012 Javier Arenas lo hizo, aunque la alianza del PSOE con IU hizo que éstos formasen gobierno. Segundo, afirmó que los populares nunca habían pedido la comparecencia de Tezanos en la Cámara. Falso. Lo hicieron en agosto, cuando ya se empezaba a ver el percal del nuevo CIS. Y tercero, como sabía que lo de la militancia del tipo en el PSOE no tiene defensa, intentó enmierdar a Pilar del Castillo, que fue directora del organismo público entre 1996 y 2000, asegurando que ella militaba en el PP por aquel entonces. Falso. Se dio de alta en ese partido en 2002. Mintió -como siempre- la señora Calvo -o Calva- y no pasó nada. Así que Tezanos pensará, con mucho juicio, que si a una ministra del Gobierno nada le sucede por faltar reiteradamente a la verdad, qué le va a pasar a un simple correveydile que cumple órdenes como él. 

Y así pasa el otoño y pasará el invierno, lloverá mucho y nevará algo, caerán sobre nosotros borrascas y ventiscas, incluso alguna tempestad pero, abstraídos en nuestros pensamientos profundos y concentrados en pasar el rato lo mejor que se pueda, daremos rienda suelta a las pasiones más primitivas y comeremos, beberemos y danzaremos bajo las inclemencias sin otro paraguas que nuestras cabezas y sin otra protección, finita pero eficaz, que la mentira, el engaño, el retruécano y la hábil prestidigitación a ver si escampa y llega la primavera. Sobre todo para los irreductibles 396 de Tezanos. Que Dios los ampare, pobrecitos. Feliz Navidad a todos e infeliz solsticio de invierno a algunos, sobre todo a los mentirosos recalcitrantes. Que en 2019 nos veamos libres de ellos.
    
Navidad es Natividad, no un gordo barbudo vestido de rojo

jueves, 22 de noviembre de 2018

Tentando al lobo

Prieto, Largo e Iglesias. Ellos siguen marcando el camino
El hecho ocurrido ayer en el Congreso de los Diputados no es noticia. El bufón que lo ha propiciado y sus secuaces separatistas no hacen sino interpretar una comedia que lleva ya varios años en cartel a pesar de la desidia de los espectadores que, abochornados, asisten una y otra vez a los mismos disparates, a idénticos chistes de mal gusto y a la parafernalia ornamental en forma de estrafalaria vestimenta, gestos chuscos o insanos exabruptos que el grupito de los escaños de arriba nos ofrece cansinamente día tras día desde hace ya demasiado tiempo. Lo de ayer fue, sencillamente, un pasito más hacia el objetivo, el mismo que hace 80 años marcaron Pasionaria, Largo Caballero o Iglesias (el verdadero): "señoría, antes de que su partido llegue al poder, consideramos que debemos llegar al atentado personal...". Y en esas estamos.

El cerdo cobarde en cuestión (presunto, claro)
Ayer, un siniestro supremacista catalán sobrepasó la barrera del insulto soez y dio un pequeño paso para el separatismo pero un gran salto hacia la destrucción del sistema democrático actual. Un cerdo repugnante, acogido vergonzantemente a las siglas ERC, le lanzó un escupitajo al ministro Josep Borrell cuando abandonaba -ojalá fuera para siempre- el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo. Parece que en las imágenes no se aprecia el agravante de esputo, pero el simple hecho de realizar semejante afrenta a un ministro de la Nación que, además, es casi un anciano ya, supera los límites que deberían consentirse a un representante de la voluntad popular, aunque esos a los que representan probablemente también hubieran duchado a Borrell. Personalmente, a mi que soy muy futbolero, siempre me ha parecido la agresión más asquerosa, más ruin y más deplorable en ese mundillo tan imitado después por la vida. Puedo comprender que un jugador, cabreado como una mona porque le han golpeado y con los nervios de punta, llegue a atizarle un puntapié a su rival, o incluso que le arree un sonoro bofetón, ambas decisiones reprobables y merecedoras de sanción. Pero, escupir a un contrario, siempre me ha parecido que es un acto premeditado y alevoso, que trata de denigrar completamente al rival y que, desde luego, deja al que lo emite como un sucio animal y marcado de por vida como un indeseable.

El ejemplar Juanito, practicando el lanzamiento de esputo con un compañero


El bufón de la Corte. Lo hace bastante bien, la verdad
Todo este vergonzoso incidente procede de la sobreactuación, una más, del bufón apellidado acertadamente Rufián, amigo de los focos y de los chismes, del "que hablen de mi aunque sea mal", de la falta de respeto a todo y a todos, como demuestra cada día interrumpiendo, gritando e insultando a todo el que no piensa como él. Aunque pensar sea un verbo que no conjugue con frecuencia, la verdad. Ahora le ha dado por llamar "fascista" a todo aquel que crea que lo que están haciendo los racistas catalanes es deleznable y criticable. Borrell, autor de varias lecciones magistrales que han dejado sin palabras a las señorías separatistas, es también un fascista, fíjese usted qué cosa. Y todo porque no comulga con las tesis que pretenden acabar con nuestro país, con quienes defienden la supremacía catalana frente al resto de pueblos de España. Si le dices a Rufián que es un golpista, él lo deja todo de inmediato y te llama fascista. Y tú más, que decíamos de párvulos. Qué pobre retrasado, confundiendo el Congreso con el aula de EGB. Y encima la profe le echa de clase. Seguro que es que le tiene manía. Como si lo viera.

Pedro y los lobos. No debería darles la espalda. Es un consejo
Esto de llamar fascista al rival político no es de ahora. Hace ya casi cien años, se daban casos curiosísimos, incluso entre rivales de postín dentro del mismo partido. No sé si conocen lo ocurrido entre partidarios de Largo Caballero -otro que tal bailaba- y de Indalecio Prieto, los dos personajes socialistas más influyentes allá por los años 30 del siglo pasado. Poco antes de la guerra, Prieto acudió a Écija a dar un mitin a correligionarios del PSOE. En la población sevillana parece que se encontraban muchos partidarios de Largo, que acusaban a Prieto de "blando".  Este defendía la República a toda costa, mientras que Largo Caballero estaba dispuesto a ir a la contienda civil con tal de acabar con los que él llamaba "fascistas", qué coincidencia. Pues bien, en la plaza de toros de Écija se encontraban fervientes partidarios de ambos. Al llegar Prieto, se recrudecieron los insultos y los alaridos a favor de Largo. De los tendidos salían botellas y piedras que pretendían alcanzar a don Indalecio que, viendo el cariz que tomaba la cosa, optó por cancelar el mitin y marcharse con viento fresco. Pero, lejos de permitirlo, los secuaces de Largo desenfundaron sus pistolas y la emprendieron ¡a tiro limpio! contra la comitiva que se daba a la fuga al ver peligrar sus vidas. Hubo cinco heridos de bala y a un asesor de Prieto le salvó la Guardia Civil de un linchamiento seguro. Más allá de los hechos, muy esclarecedores de los derroteros que estamos empezando a pisar de nuevo, queda como lección para hoy el insulto principal que los de Largo le lanzaban a Prieto. ¿Saben cuál era? Efectivamente. "Fascista". Un apelativo que, a fuerza de manosearlo, vale para cualquiera que no siga las instrucciones del que lo emite y que, cada vez que se escucha en el Parlamento nos acerca, un pasito más, hacia la descomposición del régimen del que hemos disfrutado los últimos cuarenta años y, por supuesto, como es de esperar, al propio y verdadero fascismo. Tanto tentar al lobo suele tener consecuencias. Será mejor que sus señorías no lo olviden. Por su propia seguridad. ¿Verdad, Pedro?     

miércoles, 24 de octubre de 2018

Pequeños detalles que arruinarán tu carrera futbolística

En el mundo del fútbol, como en la vida misma, no basta con hacer muy bien tu trabajo, es decir, con ser un gran jugador. Los detalles cuentan tanto que, en ocasiones, son decisivos en el éxito o el fracaso de alguien que sepa tratar bien a la pelota. Una buena alimentación, un adecuado descanso, una importante capacidad de sacrificio o, incluso, un sagaz representante, son básicos en la carrera de un futbolista de élite. Pero, además, existen otro tipo de pequeños detalles que pueden llevarle al recuerdo imperecedero en la mente de los aficionados de una forma no deseada. ¿A qué cuestiones me refiero?

"Tati" Valdés, a cabeza descubierta
Por ejemplo, en la década de los 70, hubo un buen jugador ya fallecido que hizo carrera en el Sporting de Gijón, donde pasó toda su vida deportiva alcanzando un status de pelotero de aceptable nivel. Fue Crisanto García Valdés, más conocido como "Tati" Valdés. En aquella época, lo de ser calvo no se llevaba bien en el fútbol de élite, no era como ahora que la mitad de los jugadores se rapa la cabeza al cero y la otra mitad se implanta el pelo que les falta y a jugar. Aunque Di Stéfano prácticamente lo era, aquello no gustaba demasiado. Valdés lo era, y además casi mondo y lirondo, le quedaba la tirilla por encima de las orejas y la nuca y pare usted de contar. Y un día, harto de su imagen, aconsejado por algún supuesto amigo, decidió poner fin de raíz a su alopecia galopante y salió a jugar con un moderno peluquín adhesivo que se suponía era el último grito en bisoñés adaptados a la práctica deportiva. Fue, para su desgracia, en un partido televisado -entonces sólo se emitía uno por jornada, qué casualidad- para toda España. Al poco de comenzar, confiando en la adherencia del postizo, saltó vigorosamente a disputar un balón de cabeza y, de repente, todos los espectadores pudieron ver cómo el peluquín salía volando hacia el embarrado terreno. Yo recuerdo que en mi casa fue la rechifla general, el pobre Valdés lo recogió del suelo y se lo puso de cualquier manera y, claro, a la siguiente jugada de nuevo el añadido tomó vida propia y besó otra vez el maltrecho césped de El  Molinón. Abochornado, Valdés recogió la peluca del suelo, pidió el cambio y enfiló a la carrera el túnel de vestuarios. Jamás volvió a utilizar el adminículo, pero su trayectoria deportiva quedó marcada por este incidente.

Sólo con verle se barruntaba el desastre
Algo que es fundamental en el fútbol si se quiere triunfar, además de asumir las carencias físicas de cada uno, es contar con un nombre artístico adecuado. No puede ser pasearse por las canchas de España con un apodo ridículo, un nombre que se preste a chanzas o un apellido con rimas peligrosas. A principios de este siglo, en la temporada 2006-07, se disputó un partido de infausto recuerdo para el hincha colchonero. Primero por el resultado, un vergonzante 0-6 frente al Barcelona en el Calderón y segundo porque fue el día que Fernando Torres tomó la decisión de abandonar el club, por entonces un alma en pena que vagaba por mitad de la tabla sin memoria, sin decoro y sin ambición. Aquel día servidor estaba en el campo y, si ya desde antes de empezar barruntaba el desastre, cuando vio que la portería local iba a defenderla un tipo apodado "Pichu" tomó conciencia de que aquello iba a ser un cataclismo, como luego sucedió. Ese tipo se hacía llamar antes de los hechos Cuéllar y, nada más acabar la temporada y salir cedido al Eibar volvió a poner para siempre en su camiseta Cuéllar. A nadie se le puede ocurrir que Pichu vaya a funcionar mejor que Cuéllar. Es de sentido común. 

El mayor provocador...de carcajadas en el Calderón
Hay muchísmos ejemplos de elecciones desacertadas a la hora de denominarse en el mundo del fútbol. Evidentemente, un tipo apellidado Palomino no destacó en el Hércules, como tampoco fueron muy lejos Gay, Webó o el madridista Secretario. Incluso Kaká fracasó en España tras ser balón de oro en el Milán, como sin duda lo hubiera hecho el también brasileño Elano o lo hizo el rumano Marica en su paso por el Getafe, por mucho que nos repitieran que había que acentuar la última "a" para disimular. No se puede, así es imposible. Saltar al campo y desatar la mofa en la grada en nuestro país es todo uno. Incluso nombres que no son directamente ridículos, como un tal Keirrison (qué risión) fichado por el Barcelona y que jamás llegó a debutar por motivos evidentes o el uruguayo del Atlético Pilipauskas, al que los aficionados llamaban jocosamente Felicespascuas mientras se partían de risa no sólo a causa del nombre... 

Álvaro López en su faceta ratonil
Lo que no se entiende es que, hoy en día, con los enormes departamentos de marketing y comunicación que tienen todos los clubes, con los inacabables recursos de los que disponen los jugadores, con asesores de imagen, asesores fiscales, abogados, agentes comerciales y representantes de todo tipo pululando en torno al futbolista, sigan dándose casos en los que el nombre va a ser, sin la menor duda, la principal causa del fracaso de más de un prometedor pelotero. Es el caso del guardameta zaragocista Ratón. A ver, ¿a quién se le ha ocurrido tamaño despropósito? Pero si es que además es su segundo apellido, si el tipo es Álvaro López, ¿a qué viene fastidiarle de esta manera? Evidentemente, el chico empezó jugando algo, pero el club enseguida se trajo al argentino Cristian Álvarez, que se hace llamar justo así, y Ratón ya no juega. Cómo será el gafe que incluso le han detenido y acusado de presunto abuso sexual. Desde aquí se lo digo ya: llamándose así, que se vaya olvidando de vivir de esto.

No parece hacer honor a su desafortunado apellido
Peor es el caso de dos jóvenes muchachos venidos del extranjero y que no dominan el idioma y mucho menos el cachondeo monumental que seguro provocan sus apellidos en los campos de segunda B por donde pasan. Tiene delito que el Málaga, club señero con un tamaño suficiente para tener estas cosas controladas, traiga de Costa de Marfil a un chaval para jugar en el juvenil, le suba luego al filial Atlético Malagueño y permita que se pasee por ahí luciendo su apellido: Karamoko. El chico está sentenciado. Así no llegará a nada, se pasará los partidos escuchando atrocidades, burlas y todo tipo de chanzas de espectadores y rivales y perderá constantemente la concentración. Y la culpa será de los que le rodean, que permiten su linchamiento impunemente. Y qué decir del otro caso. Hombre, el club es el Don Benito extremeño, recién ascendido y con muchos menos recursos. Pero algún alma piadosa podía haberle dicho al chico que han traido de Sierra Leona, que pasearse por nuestro país haciéndose llamar Mamau podría acarrearle funestas consecuencias. Y no digo nada como se le ocurra algún día venirse para Asturias. Aquí estar mamau es llevar una cogorza del quince, ser un cierrabares o ir hasta arriba de sidra. No sé si habrán escuchado el famoso audio de Diego Gallu. Pues eso es aquí estar mamau hasta las cejas. No puedes dejar, si es que te queda un gramo de caridad cristiana, que alguien escoja como nombre artístico Mamau, porque el pobre está más que "sentenciau", ya que estamos n'asturianu.

Pues no se nota que vaya tan mal...

En fin, lo dicho. Un futbolista que triunfa no lo hace sólo por sus virtudes. Tienen que acompañarle los detalles. Y eso que ahora da igual que lleven un peinado de gusto atroz o que se tatúen hasta la rabadilla. Pero al menos han de parecer modernos, actuales, frescos y jóvenes y no causar la hilaridad por un aspecto demodé o un nombre ridículo. Y ya puestos, además de rogar a sus asesores que tengan muy en cuenta estos consejos, no estaría de más que les recordaran aquella máxima que dice: "más vale permanecer callado y parecer idiota que abrir la boca y despejar todas las dudas". Tomen nota los que saben. O se supone que saben, que nunca se sabe.        

lunes, 1 de octubre de 2018

The Walking Dead

Vaya veranito que he pasado. Cada día que me levantaba era peor que el anterior. Según me despertaba y comenzaba a recibir noticias sobre cómo le va a mi país, no me llegaba más que mierda. Conociendo el percal, es decir, sabiendo quién es y qué es el inquilino de Moncloa era de esperar que el dislate, la pantomima y el descontrol gobernasen el escenario político de España, pero esto que está sucediendo rebasa cualquier predicción que el que escribe hubiera podido lanzar hace poco más de tres meses, que son los que lleva el infausto Snchz en el poder, aunque parezcan 3 años. Y fíjense que ha transcurrido el verano, ese periodo cuando prácticamente no se generan noticias porque sus señorías están de vacaciones oficiales y durante este tiempo de relax y ocio no sólo ha caído la señora Montón, sino que al jefe le han dado por todas partes a cuenta de su tesis, esa cosa llena de cortaypegas y citas sin entrecomillar, para qué, pues ya nos explicó la ínclita y sinpar Lastra -vaya jeta, señorita- que por 500 palabrillas no íbamos a montar un cirio, dónde va a parar, eso es cosa sin importancia, algo banal si la interfecta conociese la palabra, que va a ser que no. 

Sociedades fantasmas para eludir impuestos, tesis fusiladas, mentiras de todo tipo, insultos homófobos y de los otros, más impuestos sin abonar, confidencias a medianoche con policías corruptos, una mujer denigrando mujeres, oh cielos, qué horror, chanchullos, medias verdades y todas las vergüenzas a la vista, el que fuera adjetivado como Gobierno bonito convertido en un plisplas en una escombrera, en un vertedero, en una letrina. Lo que era un conjunto disjunto de estrellas de la TV, homosexuales militantes, astronautas, viejas glorias y mujeres, muchas mujeres, la mayoría puestas ahí con el único mérito de serlo, se ha convertido en una fuente de soltar mierda indiscriminadamente. De ahí salen todo tipo de deshechos, humanos y de los otros, actuaciones dudosamente éticas, directamente inmorales o incluso delictivas. Y lo curioso, lo sonrojante y lo alarmante es que no estamos hablando de los Dalton, no. Hablamos del Gobierno de la Nación, hay que poner este dato en perspectiva. En los 80 y en los 90, cuando este sistema se consolidó y se demostró de sobra su capacidad de funcionamiento, hubo problemas con los Gobiernos, claro que sí, todos recordamos los GAL, Filesa, Faisán, o más recientemente, Gurtel. Pero la sensación de la población, a pesar de que las cloacas del Estado iban cargadas hasta el borde, era de tranquilidad. No te dimitía un ministro a la semana, no se descubría que eran golfos profesionales desde antes de entrar en el gabinete. Podían actuar indebidamente, pero en general, en el contexto de su trabajo como gobernantes, más que el ministro era el Ministerio el que emprendía una dirección equivocada. Ahora no, ahora te sale una ministra de Justicia llamando maricón a un compañero, uno que dice ser escritor que elude sus obligaciones fiscales y el astronauta pringando por unos miles de euros. Y todos mintiendo a mansalva, olvidando que se les coge antes que a un cojo, pero cojos no hay en el Gobierno, que quedarían feos entre tanto bonito ¿verdad? Lo que hay es una piara de mentirosos, que se inventan estudios, plagian trabajos e inflan curriculos como el que se toma un refresco.

Ahora intentemos hacer una pirueta espaciotemporal e imaginemos el mismo escenario, idéntico, cambiando únicamente un dato: en lugar de que el protagonista de este bochorno sea el PSOE, pongamos que este Gobierno fuera del PP. ¿Lo vislumbran? ¿Ven el linchamiento diario del gorila de la sexta? ¿Visualizan los terribles titulares de El País exigiendo dimisiones? ¿Y a Escolar echando espuma por la boca llegando al paroxismo entre insultos a todo lo que no sea sospechoso de izquierdismo barato? Seguro que sí. Es un ejercicio sencillo, dado el escenario mediático absolutamente corrupto y viciado que nos ha regalado Soraya. Y ya puestos, demos un paso más: imaginemos que la ministra que ha llamado maricón -cariñosamente, eso sí- a Marlaska y afirmado que prefiere mil veces trabajar con varones, milita en el Partido Popular. Escuchemos los posteriores bramidos, alaridos, insultos y descalificaciones de los llamados colectivos LGTB y todo tipo de feminazis y palmeros adjuntos. Observemos cómo es apaleada, lapidada, linchada y, finalmente, muerta en la hoguera a fuego lento. La dimisión hubiera sido poco castigo ante tamaña vejación para el alegre y vivaracho colectivo. ¿Lo ven, verdad?     

Eso sí, a los chicos y chicas bonitos y bonitas luego no les preguntes por los Presupuestos, por la mayoría popular en el Senado que tanto les incomoda o por el follón con los coches diesel. Ni puta idea de por dónde andan. Tú pregúntales por Franco, por el Valle de los Caídos o por la Memoria Histórica falseada a conveniencia. Por Venezuela, Cuba o la reformita de la Moncloa, una bagatela de medio millón. Por los modelitos, a poder ser rojo sangre, por la cuota femenina o feminoide, por los transexuales y sus derechos o por la libertad de los golpistas presos. Por cuestiones de fondo, sobre lo que es o deja de ser una Nación, sobre justicia y protección de los castellano parlantes en Cataluña, por su silencio cobarde ante las agresiones racistas a policías del Estado en esa misma región, por consentir una TV casi anarquista entregada a los podemitas y por los escombros, deshechos y detritus que expulsa por todos sus orificios un Gobierno basura, no. Eso es pecata minuta, un mal menor. Lo que hay que aguantar, el precio a pagar por permanecer al frente de un Gobierno títere, zombi, fantasma. Desde la escombrera, el vertedero o la letrina, sólo se pueden vislumbrar deshechos. Sí, un Gobierno deshecho, descompuesto, sonado. The Walking Dead, vamos. Un auténtico cadáver a la búsqueda de su tumba. Mientras la encuentra, permanezcamos atentos al próximo episodio, a ver qué miembro pierde. ¡Qué nervios!

      

martes, 3 de julio de 2018

Los nuevos progresistas

Hace más de un siglo, si usted hablaba de una corriente política y la adjetivaba como "progresista" se estaba refiriendo a un conjunto de personas pertenecientes al sector más radical del liberalismo. Por lo tanto, el progresista era aquel miembro de la colectividad que se distinguía por ser ultraliberal, "exaltados" se les llamaba incluso en aquella época del primer tercio del siglo XIX, y sus principales cabezas visibles fueron los generales Espartero y Prim, miembros del Ejército y no precisamente muy amigos de aventuras socializadoras ni de contemporizar con los asuntos candentes de la política y la economía de entonces.

Cómo cambian las cosas. Hoy, un ultraliberal es José María Aznar, o Esperanza Aguirre, y miren dónde se encuentran y, lo que es peor, la catadura moral que se les adjudica en los medios afines al supuesto progresismo de la actualidad. Son de lo malo lo peor, seres despreciables que por defender la libertad de las personas para alcanzar su verdadero status en la sociedad por sí mismos, sin las muletas del sistema público, por erigirse en garantes de la unidad de España, sin cesiones absurdas a los que tienen como objetivo principal separarse de ella y por no tener la menor vergüenza en reconocerse como lo que son, verdaderos liberales, son continuamente denostados e incluso vejados por los repugnantes medios de comunicación "progres" que hasta hacen burlas y se mofan de los símbolos que estos hombres y mujeres respetan y veneran, como son la bandera, el himno o el mismísimo Rey de España.

El progreso se define en el diccionario como "acción de ir hacia delante", como "avance" o "perfeccionamiento". Un progresista, por tanto, es aquel que muestra y defiende ideas y actitudes avanzadas, porque progresar es mejorar, avanzar, hacer adelantos. Se supone pues que, para llevar a cabo esos avances, no conviene estar permanentemente mirando hacia atrás, recordando un pasado de más de 80 años, falseándolo a conveniencia, removiendo huesos y conciencias que hace décadas que descansaban sin mayores sobresaltos ni para muertos ni para vivos. Craso error. Si usted se fija en qué se centran los ahora gobernantes, qué les preocupa y ocupa, verá que rápidamente han retomado con entusiasmo aquel proyecto de sacar al dictador de su faraónico panteón para trasladarlo quién sabe dónde, no vaya a ser que sus restos inspiren a algún auténtico progresista a hacer un disparate y alzarse en armas contra ellos. Eso sí, mientras, los fantasmas de Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero, insignes cabecillas del PSOE de antes de la guerra, que justificaban, en aras de la libertad, "incluso el atentado personal" contra los miembros de la derecha política, campan a sus anchas por los pasillos de los ministerios y por los suntuosos y remozados despachos de Moncloa como Pedro lo hace por la que de manera increíble es su casa, revestidos de un aura de héroes de este progresismo de pacotilla cuando no fueron más que unos de los responsables principales de los posteriores males que asolaron a nuestro país.

Estos que se hacen llamar progresistas no hacen sino intentar enmendar la plana a los políticos del pasado. Ninguna idea nueva que no sea acoger miles de inmigrantes sin control alguno, promover fiestas gays en las que la delincuencia campa a sus anchas o nombrar a mujeres para cualquier cargo con el único mérito de serlo. El resto, intentar mancillar en lo posible la espléndida Constitución de 1978 con la excusa de dar cabida a separatistas, independentistas, terroristas, racistas y supremacistas. Ni miran hacia delante, ni aspiran a avanzar en el asentamiento de España como unas de las locomotoras de Europa, ni quieren perfeccionar el concepto de país y Estado único e indivisible pero que ha proporcionado a todos los pueblos más cotas de libertad que un estado americano o un lander alemán. Ni futuro, ni presente. Únicamente el pasado, es lo que les mantiene vivos y alerta. Tan pronto llaman franquista a un marino ilustre de principios del siglo XX como asesino a Hernán Cortés o a Pizarro. Lástima que la palabra regresista no esté en el diccionario, porque les vendría al pelo. Aunque, bien pensado, y si ellos aceptan miembras y jóvenas por el  morro, no sé qué me impide a mi y a quien le parezca bien llamar a estos nuevos progresistas, "los regresistas". Suena hasta bien. ¿Qué le parece a usted? Feliz verano y, si sale de viaje, feliz regreso, si se me permite la chanza fácil.       

sábado, 2 de junio de 2018

Pedro Gump (o Forrest Sánchez)

Mamá tenía razón, tonto es el que dice tonterías
Para el común de los mortales que haya visto la película de Zemeckis, sin duda Forrest Gump es un personaje entrañable. Idiota, sí, retrasado, limitado, llámenlo como quieran, pero entrañable. Cómo mira, cómo se expresa, cómo ama a su manera, cómo es leal a sus amigos, cómo es fiel a su amor de juventud, a su madre, a sus compañeros de armas...Por eso me duele que en algún foro, en algún meme de esos que ahora están tan de moda, comparen al tan tenaz como miserable líder socialista conocido como Snchz con el héroe americano encarnado por Tom Hanks. Sí, por la faceta esa que tuvo en cierta época de su vida de correr sin tregua, sin un objetivo, no por llegar a un lugar determinado sino sólo por el mero hecho de darle a las piernas sin descanso, sin ningún motivo especial, sólo continuar corriendo. Dicen los chistes que me mandan que el despreciable jefe del PSOE es igual en su desmedido afán por gobernar. Como sea, de cualquier manera, a toda costa, por el mero hecho de tener el poder, sin objetivos, sin proyecto, mucho menos ganas de mejorar España, el poder por el poder, por mandar, por que le llamen presidente siendo un espantajo político.

¿Pero, me siguen a mi?

A mi me jode mucho, vuelvo a repetirlo, que me lo comparen con el gran Forrest. Si acaso deberían hacerlo con Judas, que se vendió por 30 monedas, o con aquellos romanos que asesinaban al emperador de turno por el simple pero oneroso hecho del quítate tú que me pongo yo. Con una hiena, con una alimaña tramposa, con el doctor Frankenstein, que creó un monstruo juntando partes de cuerpos muertos aleatoriamente, como ha hecho este mastuerzo a la hora de granjearse los apoyos necesarios para seguir corriendo, es decir, para llegar al poder. Lo mismo le han servido separatistas, racistas, supremacistas, comunistas, perroflautas o servilistas sin más, es igual, todo por la Patria pero sin la Patria, creemos un engendro ingobernable y el que venga detrás que arree, que diría un castizo. A Pedro Gump, sólo le interesa una cosa: su bienestar. No es como Forrest, preocupado por sus semejantes, sea el teniente Dan, Bubba, Jenny, mamá, o su hijo. No ha tenido compañeros de armas a los que salvar el culo entre las balas y el napalm. Le importa hoy, no el mañana. Y, por supuesto, los españoles se la sudamos. Un tipo capaz de aliarse con quien quiere expulsar, minar, ejecutar y criminalizar a los que hablan castellano en España, con los que asesinaron y lo justificaron, con los que no se arrepienten del daño causado, con desharrapados sin profesión conocida más que la de trileros profesionales, con ganapanes y todo tipo de pillos expertos en quitarle hasta la camisa al que se despiste, cómo va a parecerse a un personaje que siempre estaba pendiente de quien le rodeaba, la chica, el mando superior, el amigo, el compañero. No llega ni a Forrest, cómo va a llegar a Gump.
 
¡Ja, ja, yo a la Moncloa, tú a Galapagar y las bases a tragar, ja,ja!

Lo cierto es que me equivoqué. Aseguré hace tiempo que Forrest Sánchez jamás conseguiría su único objetivo en política, que es la Presidencia del Gobierno. Desde hoy, me contradice. Su tenacidad le ha llevado nada menos que hasta el cruce de caminos frente a su casa. Ahora, hay que decidir. ¿Seguimos corriendo? ¿Hacia dónde? ¿Hasta el océano? ¿Y al llegar? ¿Damos la vuelta y seguimos corriendo? ¿Intentamos surcar las aguas, como ese otro personaje que tanto odiamos? ¿Y si nos hundimos? ¿Cuándo paramos? ¿Comemos, bebemos, orinamos? ¿Y, ya puestos, gobernamos? Oiga, ¿y eso cómo se hace? Las nubes, a todo esto, son negrísimas. Su ayudante, Adriana Lastra, la que nunca ha tenido sentimiento de pertenencia (a España). Su portavoz, Ábalos, el que jamás, jamás, sostendría un posible triunfo en una moción de censura con el voto de los independentistas. Forrest Gump no sabía mentir, de hecho ni se le pasaba por la cabeza hacerlo. Estos, Pedro Gump, Forrest Lastra o Jenny Ábalos, lo hacen como bellacos. Y a sabiendas. A sabiendas suyas y nuestras. Con 84 votos no gobiernas ni tu comunidad de vecinos. Cada vez que quieran aprobar algo, hasta el color de la pintura del techo del Congreso, van a tener que buscar entre la mierda. Van a tener que mirar a derecha y, sobre todo a izquierda, taparse las narices y tragar de todo. Y ¿para qué? Para durar. 
 
Vistos así, de sopetón, lo cierto es que meten miedo

En fin, parafraseando a nuestro protagonista, tonto es el que hace tonterías. Es lo que decía mamá. Supongo que, entonces, golfo es el que hace golferías. Y guarro, el que hace guarrerías. La pena para esta gente que ahora está en el poder es que presidente no es el que hace "presidenterías". Ni gobernante el que hace "gobernanterías". Aunque en esta época en la que al lenguaje se le estira, se le dobla y desdobla, se le viola, pisotea y veja sin miramientos, quién sabe lo que estos mamelucos son capaces de sacarse de la manga. Como diría Forrest Gump, el auténtico, "aunque yo siempre iba corriendo, la verdad es que  nunca pensé que eso me llevara a ningún lado". Aplíquense, pues, el cuento y hagan sus apuestas.            

viernes, 13 de abril de 2018

A ver si se aclaran

Estas modas nuevas de los progres recalcitrantes me tienen loco. Yo la verdad es que, con perdón si molesto, dispongo de cierta formación que choca directamente con las prácticas que nos quieren imponer desde las no tan prietas filas de la izquierda. Me enseñaron a tener cierto respeto con las personas en general, con los mayores y las señoras en particular que me parece que está ya demodé. Así que, a pesar de mi avanzada edad y con un ímpetu más propio de un juvenil que de un señor enfurruñado como yo, me he propuesto desde hace unos meses cumplir a rajatabla las normas del feminismo más radical, los designios de los jerarcas de la falsa progresía nacional, si me permiten la palabra prohibida y las directrices de la nueva modernidad, casposa y vieja desde la cuna pero que debes admitir a riesgo de perder para siempre tu prestigio social ganado -el que haya sido capaz, que esa es otra- a lo largo de duros años de observancia de lo que en otro tiempo se dio en llamar, simplemente, educación.    

Pero claro, las cosas no son tan sencillas como nos las cuentan, qué va. Yo he pasado, en las últimas fechas, por situaciones de bochorno importante a cuenta del cumplimiento de "el nuevo orden", porque resulta que cuando te pones a ello, a aplicar esas normas de igualdad entre todos los seres humanos, resulta que a muchos, pues como que no les gusta demasiado. Me explicaré. Por ejemplo, hace unos días entraba yo en una panadería cercana a mi domicilio. Nada más abrir la puerta, hecha de vidrio y metal, me percaté que detrás de mí parecía hacer ademán de entrar una pequeña señora vestida de manera bastante triste y tocada con una especie de sombrero masculino que me pareció indicar cierta cercanía a las conocidas tesis feminazis. Así que, ni corto ni perezoso y poniendo en marcha lo aprendido, en lugar de sujetar la puerta y dejarla pasar primero como hubiera hecho en otro tiempo, decidí no sólo entrar yo antes sino que, haciendo además ostentación en el gesto, una vez dentro solté la puerta de manera digamos "vehemente", como diciendo "no se preocupe, que no sólo no le cedo el paso sino que va a tener usted que abrir por sí misma", cosa por cierto nada fácil pues se trata de un comercio ubicado en un edificio antiguo y la mencionada puerta pesa un quintal. El resultado fue el contrario al deseado. Quedé desolado al comprobar que la dama no esperaba mi gesto de respeto a la igualdad de sexos y, al ir a entrar, la puerta le impactó de tal manera en la nariz que la pobre tuvo que ser auxiliada por dos parroquianos -no por mí, por supuesto- al sufrir fuertes mareos y aparecer un creciente moratón en su frente. Al recuperarse, en lugar de agradecerme el gesto de haber reconocido su femineidad rampante, superior sin duda a la pobreza de miras del varón español, comenzó a lanzarme diversos improperios que sonrojarían a un trabajador -o trabajadora- de los muelles de Marsella. Es más, la dependienta -o dependiente- de la panadería me miró mal al entregarme la chapata -o chapato- y en su cara vi la más profunda desaprobación y ciertas ganas de atizarme con el pan. Salí de allí profundamente confundido y convencido de haber entendido mal las pautas de comportamiento actuales.

Tras hacer un repaso mental profundo y sin entender el porqué de la actitud de aquella señora, salí de nuevo a la calle, confieso que con cierta inseguridad, dispuesto a acertar en la próxima ocasión que se me presentase. Esta llegó en el autobús. Después de viajar un rato de pie, quedó un sitio libre en la parte trasera. En el centro del vehículo íbamos tres o cuatro personas, mujeres y hombres, yo ya no le doy importancia a la distinción entre sexos, además alguna de ellas la verdad es que no sabría decir qué eran, si pulpo o calamar. En fin, a lo que iba. Al ver vacío el asiento y como me encontraba cansado, me acerqué sin disimulo y con cierta premura al mismo, de modo y manera que una señora digamos bastante gruesa y con un ligero olor desagradable, llegó al mismo tiempo que yo. Entiendan que no tuve más que unas décimas de segundo para calibrar la difícil situación, pero dadas las circunstancias y el aspecto de la mujer -bueno, eso creo que era- me lancé raudo a ocupar el lugar. Llegué el primero, sí, pero la señora lo hizo a pocas centésimas, de manera que acabó posando su enorme trasero encima de mi. Excuso decirles la que se lió. Además de llamarme grosero y maleducado a voces, empezó a lanzar feas acusaciones de índole sexual, como diciendo que yo me había aprovechado para rozar no sé que partes nobles con su sensual figura. No podía dar crédito. Un espécimen que parecía militar en las filas de la más dura progresía se molestaba porque no le había cedido el asiento y, con la frente perlada de sudor y enarbolando el bolso me amenazaba con llamar al conductor y con no sé cuántas denuncias y demandas. Nuevamente desolado y viendo la que se estaba montando, opté por apearme en la siguiente parada y andar el resto del camino evitando, en la medida de lo posible, ni siquiera mirar a cualquier conato de mujer que se cruzara conmigo.

Desesperado, me recluí en casa sin ganas de salir a territorio hostil. Me empapé todo lo que pude de falsa progresía intelectualoide, de la necesidad de comprender a las razas que nos quieren asesinar por no profesar su fe, de defender siempre al negro sobre el blanco, de ser comprensivo con el delincuente y enormemente crítico con la autoridad, sobre todo si es competente, por supuesto. Entendí que si una hembra de color -de color negro, me refiero- asesina vilmente a un niño de 9 años será porque nuestra sociedad la ha empujado a ello y que si queremos condenarla por ello no sólo somos racistas y machistas sino que además no entendemos las vicisitudes que la habrán llevado a "actuar así". Aprendí a no utilizar en estos casos la palabra asesinato, ni a hablar de crueldad infinita y sí a hacerlo si un hombre de color -de color negro, me refiero-, muere de un infarto en plena calle mientras participaba en unos brutales disturbios provocados por los de su raza frente a unos policías -estos sí- asesinos, crueles y criminales que no tienen ningún derecho a defenderse de las agresiones de esos pacíficos senegaleses que tienen un barrio secuestrado. Comprendí, en suma, que un violador de niños, un terrorista en serie o un descuartizador de mujeres son también seres humanos que merecen otra oportunidad -de delinquir- y que nosotros, la ciudadanía, no tenemos derecho a pedir para ellos la llamada prisión permanente o cadena perpetua, que eso sólo es para los exdictadores de derechas y sus viles secuaces, que somos todos aquellos que no comulgamos con el "nuevo orden", la "falsa progresía" o la "moderna intelectualidad". 

Comprenderán que lleve varios días recluido en casa. No me atrevo ni a abrir las persianas. Primero leo, estudio y empollo qué es lo correcto y después me quieren atizar si lo llevo a cabo. A ver si se aclaran. Porque me da mucho miedo salir a la calle y encontrarme a una mujer negra agrediendo a un niño blanco, a un  hombre negro quemando contenedores o a un tipo malencarado intentando abusar de una señorita y hacer algo incorrecto. Podría intentar intervenir y denunciar lo ocurrido, pero si lo hago no sería progresista. Y si no lo hiciera es posible que alguien me lo reprochara. Me da miedo equivocarme y quedar mal, sobre todo porque a mí me parece que aquí lo que hay es mucho fariseo al que le gusta el postureo fácil pero que, si se presenta la ocasión, escurre el bulto a velocidad supersónica y que lo arregle otro. Y yo, la verdad es que eso de arreglar entuertos mejor se lo dejo a don Quijote, que encaja mejor los golpes. Si no se aclaran yo, como Sancho. Que lo haga vuestra merced.                        

martes, 20 de febrero de 2018

Machos y gilipollas

Los que tengan hijos pequeños y, como ha sido mi caso, puedan asistir de cerca a su desarrollo y crecimiento diarios, se habrán tragado sin duda horas y horas de dibujos animados. Si además disponen de los actuales canales específicos, incluso los habrán "disfrutado" en sesiones continuas interminables en las que se iban enlazando clásicos de Disney con japoneses de ojos occidentales, salpimentados con auténticos disparates ininteligibles para mentes obtusas como la del que escribe y algunos incluso poco apropiados para niños de educación infantil e incluso para los de primaria. Pero, todo sea por la causa, uno se colocaba frente al televisor con la esperanza de ver una de sus series favoritas, o una peli que le apetecía muchísimo revisar y terminaba masticando varios episodios del inclasificable Gumball y a veces odiando al tarado de Musculitos, de Historias Corrientes.

A cual más tarado. Naturalmente, varones

El caso es que, sin darme cuenta, poco a poco y en un proceso lento, sin prisa pero sin pausa, fue madurando en mi averiada mente una idea, una visión de las cosas, un sentimiento inseparable del visionado junto a mi hija de las diversas series de dibujos animados que me hacía sentirme incómodo. No sabía lo que me pasaba, pero era sentarme a aguantar lo que estuviera viendo la niña y al poco invadirme el desasosiego, la angustia, empezaba a sentir picores y quemazón en la piel, sensación de asfixia, molestias musculares, hasta pequeñas venas varicosas invadían mis piernas. Imaginen lo que es no encontrarse bien y no saber el motivo y además notar cómo la cosa va in crescendo mientras se asiste impertérrito a las disparatadas aventuras de algún monigote. Hasta que caí en la cuenta. Una tarde, no hace muchos meses, mientras mi hija veía al retrasado mental profundo de Bob Esponja, supe qué me ocurría. Me sentía un gilipollas porque todos, absolutamente todos los personajes masculinos de las series de dibujos animados son unos tarados, acomplejados, retrasados mentales, botarates estúpidos, macarras descerebrados o repugnantes bichos vomitivos. No hay serie que no humille a algún especímen, humano o no, que pertenezca al sexo masculino. Y, por supuesto, no existe un solo personaje femenino que sufra las habituales brutalidades y salvajadas que los guionistas de turno urden para los de mi género. Todas son geniales, chupi piruli, listas, inteligentes y además se descojonan a conciencia del macho gilipollas. ¿Que no? Repasemos.

Básicamente, torpe
Al principio era Pocoyó. Básicamente un torpe incorregible que ni bailar sabía. A duras penas se hacía entender y sus balbuceos y caídas provocaban la hilaridad de mi niña. Por supuesto, la heroína era Ely, una elefanta rosa más lista que el hambre que además se enfadaba muchísimo con Pocoyó y con Pato por sus carencias emocionales. Luego llegó Nobita Nobi. Qué decir de este auténtico vago de siete suelas que diría mi padre, indolente e insolente, débil física y mentalmente al que apalean a diario dos macarras llamados Gigante y Suneo que tampoco se distinguen por sus virtudes morales. Uno es un abusón empedernido y el otro un chuloputas ostentoso encantado de haberse conocido. ¿Quién es moralmente irreprochable, un encanto absoluto, sin un defecto que llevarse a la boca? En efecto, el único personaje femenino habitual, una tal Sizuka. Ni siquiera el robot Doraemon se salva, a pesar de ser una máquina. Como es macho, se deja arrastrar por Nobita y los demás y acaba por parecer uno de ellos. 

Todos hacen lo mismo, pero no es igual...

Un deficiente mental
Qué decir del mítico Gumball o de su padre Richard, un auténtico cerdo, para entendernos, que sólo piensa en zampar, no está capacitado para trabajar y su principal ocupación es hacer el bobo y dejar en ridículo a su familia delante de todo el mundo. Como habrán adivinado, son la madre y la hermana de Gumball las únicas que ponen algo de cordura en ese disparatado mundo masculino. En Historias Corrientes lo cierto es que todos los personajes están completamente tarados, son unos marranos, unos macarras, indisciplinados y marrulleros y todos, qué cosa más curiosa, todos son del género masculino. Rigby, Mordecai, Musculitos o Pops, hacen el ridículo más espantoso episodio tras episodio sin que ninguna fémina sea maltratada por los guionistas, líbrenos Dios. Y en Hora de Aventuras, aparte de estar todos absolutamente perturbados, fíjense en el ejemplo del ínclito Finn, especie de caballero andante del que lo mejor que puede decirse es precisamente eso. Jake es un perro macho y como tal otro pedazo de macarra que acompaña al humano en sus desvaríos, una especie de Sancho Panza con colmillos que pone de todo menos cordura. Y el Rey Hielo un auténtico hijodelagran que sólo disfruta haciendo el mal. Y, aunque loca como una cabra, la Dulcinea de la serie es además una princesa, Chicle creo recordar, que no hace más que rechazar al repugnante Quijote (tal y como lo pintan, no es de extrañar).

Dos tarugos, sin más

La lista vive donde debe llevar escafandra. Qué cosas
Y últimamente nos hemos aficionado a Bob Esponja. Un gilipollas integral. Y con él va Patricio, con menos luces que el coche de los Picapiedra, tragón, egoísta y siempre idiotizado. El señor Cangrejo es un avaro de libro y Calamardo un solterón empedernido, músico frustrado, antipático y cascarrabias, insoportable como compañía para ninguna fémina que se precie. ¿Y la lista? Pues el único personaje femenino, la experta en física nuclear y cincuenta cosas más, la ardilla Arenita. (Habría que preguntarse qué cojones hace viviendo en el fondo del mar si no puede respirar, pero sería arriesgado en estos tiempos que corren).

Encuentren a los idiotas. Hay dos
En fin, si quieren sigo. Recuerden que nos queda hablar de Los Simpson. De Homer y Bart, de Moe y Flanders, del señor Burns y su lacayo. Y claro, de Marge y Lisa. Hasta Maggie, un bebé de un año -pero chica-, supera en inteligencia a los personajes masculinos. Ejemplos podemos seguir poniendo hasta el agotamiento. Hombre ser gilipollas. Mujer ser maravillosa. Y en esas estamos. Cualquier día nos harán decir a coro "pachi, pachi, ankagua" y nos despeñarán por las montañas o harán que nos devoren los cocodrilos o los leones. Y mientras, en la inmensa sala sólo se escucharán muchas, muchas risas, sobre todo cuando salga la mona Chita. Que, por si no lo saben y como no podía ser de otra manera, era en realidad un macho. Ahora lo entiendo todo.
 
Maureen O' Sullivan es la única chica de esta estampa bucólica
       

lunes, 15 de enero de 2018

¿Hasta dónde, amigas, hasta dónde?

La nueva Carmen se defiende. Bizet no puede hacerlo
Lo han vuelto a hacer. Las hordas ultrafeministas y antihombres, cuyo objetivo final es acabar con la especie humana sin enterarse siquiera (si eliminan al macho de la ecuación, mal vamos), han atravesado otra frontera que parecía inviolable, si es que se puede todavía utilizar esta palabra, claro. Supongo que estarán al tanto por los periódicos del crimen perpetrado en Florencia contra la maravillosa ópera Carmen, música de Georges Bizet sobre una historia de Prosper Mérimée, espléndida muestra de talento decimonónico arrasada, destrozada y vilipendiada por un zopenco supino, un cenutrio asilvestrado, por un retrasado mental italiano que, sin encomendarse a Dios ni al diablo, ha decidido él solito cambiar el final de la tragedia porque era "machista" y perpetrar uno alternativo en el que es Carmen quien le pega un tiro al policía don José y no quien recibe la artera cuchillada. Así, como suena. No me he puesto a investigar cómo ha hilado el sesudo artista el nuevo desenlace, ni pienso hacerlo. Qué sé yo, si Carmen moría por causa de los celos, igual José pierde la vida porque se inyectaba caballo o porque la cigarrera se convierte en boxeadora profesional y lo tira por el balcón del mandoble que le atiza, todo es posible en este mundo sin cabeza.

 Con unos pequeños cambios, Diana y sus ninfas a hostias con los sátiros
Pero la cosa no queda ahí, para desgracia de la humanidad. El Comité de Garantías Feministas de Estrasburgo está revisando, una por una, todas las obras de arte susceptibles de contener trazas, por pequeñas que sean, de mensajes no ya machistas, sino meramente neutrales para, a la mayor brevedad posible, ir cambiando o "adaptando" las mismas al curso actual de los acontecimientos. Se habla de, para ir abriendo boca -es un decir-, añadir importantes penes a todas las señoras que Rubens pintó desnudas, insinuar que Ana Karenina no se tira al tren sino que lo hace descarrilar porque en su interior va el causante de su desgracia e incluso de que en la canción de David Bowie "Space oddity" el jefe de misión ya no sea el mayor Tom sino la comandanta Kate, valerosa astronauta lesbiana pionera en exhibir la bandera con los colores del arcoiris que pretende plantar en la Luna como colofón a su arriesgado viaje. 
  

Y no crean que España va a quedar al margen de todo lo que se avecina. Para empezar, ya se ha dado orden a Loquillo, lo que queda de Siniestro Total y a Coque Malla para que vayan cambiando las letras de sus canciones "La mataré", "Más vale ser punkie que maricón de playa" y "Sí, sí" (ya saben, la de "tendría que besarte, desnudarte, pegarte y luego violarte hasta que digas sí...") con carácter de urgencia. Eso sí, a Eva Amaral no se le dice nada, faltaría más, a pesar de que en "Como hablar" canta textualmente "a veces te mataría y otras en cambio te quiero comer", ya que aunque es una clara apología tanto del asesinato pasional como de la antropofagia descarnada, se entiende que se refiere a un hombre, estando exenta por lo tanto de lapidación pública y torturas al amanecer, como sí merecen los bardos anteriores. Del reggaeton nada dicen, a fin y al cabo no es un producto nacional, no sé si me entienden. Se prohibe también con carácter inmediato cualquier obra de teatro tipo revista en la que las señoras enseñen prieto muslamen y en las primeras filas de espectadores de los programas televisivos se sentarán bellos efebos en tanga acompañados de amas dominantes que podrán fustigar, si así lo desean, sus bien formados cuerpos.

A partir del 1 de julio, playa exclusiva para mujeres. Y al  mirón, multazo
Pero el furor anti macho man español también ha llegado hasta nuestra tranquila tierra llanisca. A partir de la próxima temporada veraniega, está ya confirmado que habrá playas exclusivas para mujeres. Se cree que ya está bien de mirones y que las turgentes curvas e incluso los descuidados efectos de la celulitis deben estar a resguardo de los maliciosos ojos varones. El Sablón, Toró, Poo, Borizo y Toranda serán playas a las que solamente puedan acudir féminas. En la capital llanisca pues, los hombres y niños mayores de 12 años deberán hacinarse en Puertu Chicu u optar por ir al monte, que también es muy sano. La profesora de origen bielorruso Olga Zanaylova asegura que también se verán afectadas las populares procesiones tan abundantes en el concejo durante el estío. Como primer paso hacia la igualdad, propone que este próximo periodo festivo las mozas lleven el palo de porruanu, con el que irán marcando el ritmo dando vigorosos golpes contra el suelo mientras que los mozos serán los encargados de tocar la pandereta y estarán obligados a saberse todos los cantares de forma íntegra. En caso contrario, podrán ser expulsados del cortejo si así lo deciden las comisarias nombradas a tal efecto por el Comité de Garantías Feministas europeo.
Principal actividad del nuevo varón que viene
A partir del año próximo las medidas igualatorias se irán ampliando y, como dice la delegada para España de dicho organismo,  Esther Colero, "el objetivo es que en pocos años las mujeres realicen todas las acciones que se suponían reservadas para los miembros del sexo masculino, convirtiendo en residual e irrelevante el papel que estos desempeñen en nuestra cada vez más plural e igualitaria sociedad moderna". Con dos cojones. Uy, perdón, quiero decir ovarios, naturalmente. 

martes, 9 de enero de 2018

Propósitos

No parece que el muchacho sude en demasía...
Por estas fechas es habitual contemplar cómo la gente de la calle, contagiada por la reciente e inexplicable euforia de haber celebrado ser un año más viejo, se dedica con profusión a lanzar promesas de cambio, propósitos de enmienda y nuevas aspiraciones a cada cual más ridícula y con menos probabilidades de ser conseguida. Desconozco cuál es el motivo, qué impulsa a estas almas cándidas a comprometerse en público a llevar a cabo tareas poco menos que imposibles de cumplir pero se pasan estos días asegurándome que se van a apuntar a un gimnasio - sí, a los 50, a buenas horas-, que van a dejar de fumar -hasta que no se lleven un buen susto, nada de nada- o que este año tienen, sí que sí, que plantar un árbol, escribir un libro o, en su caso, tener un hijo y no sé cuántas pirulas mentales más. Yo, como ya hago deporte regularmente sin machacarme como un memo en una cinta sin fin, hace 16 años que dejé el vicio poco menos que amenazado por un médico diabólico, he plantado varios árboles al disponer hace tiempo de jardín, no he escrito un libro pero sí textos que darían para más de uno y ya he probado la infinita dulzura de ser padre, llevado por esta ola imparable he decidido hacer públicos mis propósitos. Con un par.     

Parece distraído pero es un lince. Según se mire
En primer lugar, hacerme delincuente. Sí, como suena. No sé si entrar de nuevo en política pero esta vez para dedicarme a trincar, desfalcar y prevaricar, si declarar unilateralmente la independencia del Cuetu -no crean que es tan difícil, no vean cómo se usa el corta y pega en estos ambientes, se sorprenderían, o tal vez no- o darle dos hostias a alguno que lleve una bandera republicana. Es que me he dado cuenta que es de bobos cumplir las leyes. A todos los niveles, además. Aquí te llevas la pasta y con un par de añitos en una cárcel que parece el Hilton has cumplido. Por supuesto, sin devolver un céntimo de lo sisado, faltaría más. O declaras la independencia de lo que te salga de ahí mismo y luego te descojonas desde Bélgica mientras un coro de amiguetes piden a voces la libertad de los pocos cómplices que están en chirona. No sólo no has delinquido gravemente sino que encima eres un mártir, un preso político. Como Marcelino Camacho o Nicolás Redondo durante el franquismo. Y eso sin que nadie se sonroje lo más mínimo. Y si hablamos de violencia y de odio por razón de ideología, ya sabemos que puedes dejar en silla de ruedas a un policía o asesinar vilmente a un tipo porque lleva cierta vestimenta que algunos descerebrados saldrán a la calle a llamarte luchador antifascista o defensor de la libertad. Por otra parte, también estoy pensando en salir de parranda nocturna y vomitarle la puerta al alcalde, u orinar y hasta defecar si me apetece en mitad de la calle. Total, no me va a pasar nada, los muchachos tenemos que divertirnos, como me dijo una vez cierta concejala de infausto recuerdo. En fin, que mi primer propósito es delinquir, sólo tengo que decidirme por alguna de las múltiples opciones que me ofrece esta estupenda sociedad en la que vivo.

Bárcenas nos indica el camino


Muy apropiadas para el día de Reyes

Lo segundo que me gustaría es ser gay, lesbiano, bisexual o una cosa de esas. Yo transexual no, porque si implica que me la corten como que no me apetece. Y que me borren el cerito tampoco me seduce mucho a priori. Pero si quieren me disfrazo de drag queen y salgo por ahí medio en pelotas, aunque haya niños pequeños, eso da igual, y hasta puedo ir a las procesiones de Semana Santa vestido de lagarterana. Mis derechos serán respetadísimos, mucho más que siendo un vulgar heterosexual carca y trasnochado y, de paso, puedo ofender a los cristianos en favor del hermano musulmán, que se lleva mucho y lo jalea que no veas la tropa de Iglesias. Y todo gratis total, sin consecuencias para mi libertad personal. Incluso puede que haga alguna amistad con perforados y tatuados múltiples. Sería la leche.

Y fácilmente transportables. Se les ata una cuerda al arete y ¡listo!
Me propongo también participar en un reality. Como soy muy mal hablado y me encanta discutir, ya tengo algo ganado. He de practicar lo de parecer una acémila, cambiarme el peinado hasta provocar la carcajada en el espectador y llevar los pantalones como si me hubiera cagado encima. No debo caer en el error de reconocer que sé quién fue Borges o que cuando era pequeño veía "La Clave" y "Todo está en los libros", porque si no me expulsarán a la primera. Pero poniendo cara de burro y haciéndole la pelota a algún saltimbanqui de Tele 5 puede que haga carrera. Y si no, al menos me haré famoso, que es lo más de lo más.

Modelo de ecuanimidad, ejemplo de periodismo independiente
Como me muevo en ambientes periodísticos deportivos, voy a intentar que me enchufen en El Chiringuito o algún programa similar. Yo por desgracia tengo un tono de voz elevado y soy capaz de gritar más que Pepe Pótamo, así que por ese lado no tendré problema. En cuanto a certificar que no tengo ni la menor idea de fútbol pero que soy un gran tertuliano todavía estoy pensando cómo lo voy a hacer, pero creo que si un tipo como Roncero ha llegado a consejero espiritual de un club del tamaño del de Concha Espina, yo puedo al menos erigirme en estandarte del Muchamiel, simpático club alicantino cuyo nombre me encanta. Es que soy muy goloso. 

Por último, tengo un quinto propósito. Este es menos profundo, más superficial y un poco más etéreo, podríamos decir. Me gustaría, en lugar de ponerme a hacer chorradas que al final se quedan a medio cumplir, conseguir que al finalizar 2018 mi mujer y mi hija pudieran decir que han pasado otro buen año en mi compañía. Y ya de paso, que el resto de mi familia y mis amigos más cercanos, los de verdad, constataran que puse mi granito de arena para que las cosas les salieran un pelín mejor. Es una memez, lo sé, pero qué quieren, uno no siempre esgrime una cara esculpida en granito. A veces, sólo a veces y durante pequeños lapsos de tiempo, gusta ser el protagonista de la sonrisa ajena. Es lo que más le llena a uno. Será ese payaso que todos llevamos dentro. -Algunos más que otros, si me lo permiten-. 

P.D. Teléfono de aludidos en el 1004 y luego preguntan por la señorita a la que no se le entiende nada. Ella les atenderá, si es que la soportan. (Me atrevo a sugerirlo como propósito de máxima dificultad).