sábado, 5 de diciembre de 2015

Quien mal te quiere te hará reír

Sé que soy algo repetitivo, pero me lo estoy pasando pipa con el exitazo que está teniendo Bertín Osborne con su programa de entrevistas. Bueno, para ser más preciso, lo que me agrada sobremanera es una de las consecuencias de los excelentes índices de audiencia que está cosechando el cantante jerezano, que no es otra que el cabreo supino de la izquierda acomplejada y sectaria, de los columnistas y opinadores que se retratan continuamente en los medios de comunicación vertiendo su bilis maloliente contra todo lo que ellos consideran representativo de la derecha.

En nuestro país se ha impuesto últimamente como imprescindible la presencia de algún tipo "progresista" en cualquier medio que se precie y que quiera parecer al día. El espécimen en cuestión, que siempre está a la última de todo, igual da que le hables de economía, legislación jurídica o de física atómica que el tío domina los temas como un auténtico experto, suele odiar la educación, los buenos modales, el sosiego y la tranquilidad. Desde su profundo sectarismo, no entiende que una persona pueda preguntar y de inmediato, dejar hablar al entrevistado con fluidez, sin interrumpirle constantemente, respetar los tiempos y conseguir que el ambiente sea relajado y que los invitados charlen distendidamente con el presentador. Pero lo que más les ataca, los que les jode hasta lo más profundo de sus entrañas emponzoñadas, es que encima eso que ellos detestan esté gustándole al pueblo español. Que esa manera de hacer las cosas que ellos llaman "casposa", esté triunfando espectacularmente entre los que ven televisión en España, que a Bertín le hayan prorrogado el programa y que lleve a Sánchez y a Rajoy y que no pase nada, que nadie insulte a nadie y que incluso se hable bien del adversario, aunque sea de derechas.

Estos supuestos listos de pacotilla que pululan por todas las televisiones, radios y periódicos, son los verdaderamente casposos, rancios y aburridos. Porque ya cansan sus ansias por revolver el pasado más tétrico de nuestra historia, de recordar a los muertos de una parte y hostigar a los que representaron al otro bando, ya agotan sus pretensiones de que la gente se crea que el PP es lo mismo que Franco y sus huestes, ya huelen sus intenciones de sesgar lo sucedido en España desde 1975 y encima parecer guays, progres y estupendos. La gente está demostrando no sólo que no es tonta, sino que le da igual si Bertín es de derechas o de izquierdas, que lo único que le preocupa cuando se pone delante de la tele es no escuchar más gritos y tonterías de indocumentados sin bagaje y sí disfrutar de una conversación relajada conducida por un tipo amable y educado y que encima es alto y guapo.

Por eso me río tanto últimamente. Porque los presuntos intelectuales de la izquierda profunda están indignados con el éxito de Bertín y vomitan ingentes cantidades de bilis putrefacta en sus sesudas columnas porque no entienden que la gente está más que harta de saltimbanquis, manfloritas y multitatuados y quiere ver cosas normales, personas normales, conversaciones normales entre dos tipos que tienen algo que compartir en el salón de sus casas, ante una buena comida, o simplemente jugando al futbolín. Y cuanto más se cabrean, más me río yo. Hay que ver qué país más cojonudo tenemos, que provoca que pasen estas cosas tan divertidas. Gracias por ser como sóis, y a ver si os dura, salaos.    

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