Vaya por delante que a mí nunca me han gustado los cubos que Ibarrola pintó en el puerto de Llanes. Ni me parecen bonitos, ni creo que eso sea arte, ni mucho menos su visión hace que mi memoria recuerde absolutamente nada de lo que se supone que evocan. Por dibujar una maleta, unas palmeritas y una reproducción de pinturas rupestres no se consigue que las personas que los observan recuerden o entiendan nada de nada. Qué decir si la mayoría de los cubos soportan sobre sus caras una suerte de graffitis ininteligibles, más cercanos a los brochazos que pudiera dar un profano en la materia que a la supuesta obra de un sesudo artista. La idea de pintar los bloques y no el espaldón, por ejemplo, es original y novedosa, eso es indudable, pero los colorines que se desparramaron alegremente por su superficie a mí, insisto, no me dicen nada de nada. Sí, están más bonitos pintarrajeados que grises, más divertidos, menos sosos, pero no más "interesantes". Dicho todo lo anterior, es verdad que hay turistas que lo único que parece que quieren ver en Llanes son los cubos, porque ya se ocuparon antes otros de que ese sea el principal atractivo del concejo que se publicita, con la maravillosa oferta de naturaleza y arquitectura medieval e indiana que posee nuestra villa, por ejemplo. En fin, allá ellos.


Qué típico del socialismo patrio eso de los "centros de interpretación". Se gastaban una fortuna en ellos, ponían a algún colega allí de adorno y luego los abandonaban y si te he visto no me acuerdo. Vayan ustedes hoy por el Aula del Mar, o por Peña-Tú, verán cómo está aquello. Y luego el propio Herrero no se ruboriza al confesar que pensaban encargar -a alguna imprenta amiga- la emisión de decenas de miles de folletos a todo color para explicar lo que nadie podría interpretar por sí mismo porque, reconozcámoslo, no hay Dios que interprete unos trazos sin sentido repartidos aleatoriamente por la superficie de los cubos. También marca de la casa.
Concluye el sagaz concejal afirmando que pensaban contar con Ibarrola para que dirigiera la obra -perdone, ¿con 86 años va a andar el buen hombre por allí encaramado a los cubos?- y que, ¡oh noticia!, se han convertido en un emblema de Llanes. No, los convirtieron ustedes, a fuerza de meterlos con calzador en todas y cada una de las fiestas y saraos a los que acudían con la excusa del turismo y su promoción. Cualquier observador imparcial sabía que la acción del sol y del mar iba a acabar con los colores, pero ellos no pensaron en un plan de mantenimiento continuo del monumento, para qué. Los dejaron morir y ahora quieren, exigen que otros les resuciten el muerto. "Si gobernáramos nosotros, en los presupuestos municipales para 2016 habría una partida para restaurar los cubos, porque ya no se puede esperar más y sería una pena dejarlos morir", Herrero dixit. Más dura que el hormigón de los cubos. Así hay que tenerla para soltar esta perla. La cara, me refiero.
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