viernes, 15 de enero de 2016

¿Alguien entiende algo?

Reconozco que los acontecimientos que están sucediendo en los últimos tiempos en España me desconciertan. Vamos, que no entiendo casi nada de lo que ocurre en ninguno de los aspectos de la vida diaria. Supongo que resultaré cansino, pero uno escribe de lo que le llama la atención, y actualmente estoy obnubilado, abducido más bien por los movimientos de esta gente que nos ha tocado sufrir en lo público, seguramente fiel reflejo de lo que hay en la sociedad, que no es mucho, visto lo visto.

Ya lo escribí una vez, pero vuelve la burra al trigo. ¿De dónde ha salido eso de que la generación actual de jóvenes es la más preparada de la historia? No discuto que tecnológicamente nos den mil vueltas a los cincuentones como yo, ni que sepan quién es el último mono que entró en Gran Hermano, desgraciado esperpento que es fiel reflejo de esto que argumento, por cierto. Pero preparados como yo entiendo que una persona debe estarlo, es decir, pertrechados de una sólida escala de valores que comienza con el respeto al prójimo y el esfuerzo diario para conseguir las metas propuestas, de una formación cultural extensa que les permita siquiera saber que existe un país en África que se llama Tanzania y de una moral de hierro que haga de ellos personas incorruptibles ante el dinero fácil y la demagogia barata, de eso nada de nada.

Y ya que hablamos de la demagogia, que no es otra cosa que decirle al personal lo que quiere escuchar aún a sabiendas de que es mentira, constato que hoy es la indiscutible reina de la fiesta. Como nadie sabe argumentar, razonar o ni siquiera expresarse correctamente, se recurre a los gritos, a los tópicos más añejos del comunismo leninista e incluso, a una exaltación consciente del sentimentalismo rayana en el vómito, que es lo que hizo el otro día la diputada podemita Bescansa, que rima con descansa, mira tú por dónde, que aún a sabiendas que en el Congreso dispone de servicio de guardería, se llevó a su bebé al hemiciclo para que todos la vieran, se lo dejó un ratito al líder supremo para que la gente se crea que tiene corazón y luego se sacó una teta y le dio de mamar allí mismo, porque sin duda es el lugar adecuado para hacerlo, el sitio donde el niño disfruta de las mejores condiciones de higiene y tranquilidad para comer a gusto y donde millones de personas iban a presenciarlo, no se les olvide. Es de esperar que el de las rastas no tenga piojos, que ya se sabe lo rápidos que los niños son para adoptarlos.

Todo lo que hacen esos de morado tiene un rancio y sospechoso sabor a demagogia. Todo mirando de reojo al tendido pero sin arrimarse, que ellos de toros no entienden. Fuera de cacho, que se dice. Acatamos la Constitución por imperativo legal, o porque queremos cambiarla de arriba a abajo, o porque no nos queda más remedio. Pero al mismo tiempo queremos no uno, ni dos, ni tres, no, sino ¡cuatro! grupos parlamentarios. ¿Para qué? Para ocupar más tiempo la tribuna y ¿para qué más, niños? Efectivamente, para cobrar más, para recibir más pasta, para qué iba a ser en este país de chorizos. 

En otro artículo escribí sobre las cabalgatas de este año, monumentos a la demagogia más primaria (en vez de reyes, reinas, en vez de hombres, sarasas, en vez de santos, profanos, en vez de seriedad, chabacanería gruesa), así que este punto lo aparcaremos hasta Semana Santa, que habrá que ver por dónde salen. Y hoy, colmo de los despropósitos, he escuchado que en la Plaza de España de Madrid quieren quitar el monumento a Cervantes, al príncipe de la lengua castellana. No doy crédito. No sé si será por eso, por español, por haber combatido en Lepanto, por ser mutilado de guerra o por estar el pobre enterrado en un convento de monjas, máximo sacrilegio para esta tropa. Cualquier cosa es posible.   

La pena es que la exclusiva de los disparates no la tienen en Podemos. El pobre PSOE está hecho unos zorros y bajo la égida de Snchz está alcanzando cotas próximas al sumidero de aguas fecales de un complejo ganadero. El otrora partido nacional, defensor de la unidad de España y garante del orden constitucional, hoy se dedica a prestar senadores a las formaciones separatistas catalanas, de manera que escandaliza al mismísimo presidente de Extremadura, Fernández Vara. Fíjense cómo estará la cosa que uno de los líderes del semiextinto socialismo español está igual que yo: no lo entiende ni aunque se lo expliquen. Y es que en el fondo, no hay tanta diferencia entre personas con dos dedos de frente, aunque profesen ideologías diferentes.      

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